La universidad Española.

Al frente están los temidos recortes inevitables. Pero frente a políticos que se ven obligados a hacer esos recortes, están los hijos de puta dispuestos a justificarlos. Soy de los que piensan que todo el mundo debe pasar por la universidad. Pero la tendencia actual es al desprecio de los títulos superiores o a degradarlos con titulillos de formación profesional o con dobles grados creados para estudiantes de élite o con experimentos bilingües.

La universidad española adolece de problemas, problemas cada vez mayores. Se insiste en la investigación y se desprecia la docencia. Se deja que haya en las propias facultades profesores que pasan gran parte de su tiempo en la cafetería o en su casa. Se dan casos de nudismo en las aulas, de profesores que pasan las horas contando batallitas, o profesores que hacen política o insultan a sus compañeros. Estos son casos minoritarios, pero algunos los he vivido en primera persona. El caso mayoritario es el clásico profesor que suelta una jerga y se va a su despacho sin preguntarse si su tiempo ha servido para algo o para nada.

Este año me he llevado un chasco en la matriculación. No había ni un solo profesor bueno en Mecánica Teórica. De cuatro grupos, uno lo ocupa una profesora incompetente, que imparte la asignatura sin definir los objetivos o sin que sepamos que quiere hacer. Dos grupos los ocupa un profesor que se reinventa el temario de la asignatura, y todo porque su pretensión es dar álgebras y topología en lugar de dar mecánica. Y el último un italiano al que ni se le entiende. ¿Qué se puede hacer? Resignarse a no aprender y no poder aprobar. Por el contrario está Astrofísica, donde existe un profesor muy bueno y una profesora horrible, la horrible ya ha vaciado su grupo con sus transparencias y su pésima disposición a la docencia de calidad. El profesor bueno ha hecho unas presentaciones en Power Point, ha buscado unos videos, ha redactado unos apuntes, etc, que ha provocado que un grupo de tarde se llene con gente incluso no matriculada en la asignatura que quiere aprender.

Reformar la universidad no es difícil. Es bien fácil. Hay que incrementar las horas de docencia de los profesores y rebajar las de investigación, para contratar menos personal. Por otro lado, hay que ir depurando la universidad de malos docentes. La universidad debe tener a los mejores docentes, y no solo a los investigadores mejor acreditados (que no es lo mismo que mejores investigadores). Y no se debe exigir para ser profesor de ciertas materias una titulación de doctorados, pues esto es un error ya que deja fuera a montones de personas competentes en la docencia. Por el contrario, el no exigir conocimientos debidamente acreditados en ciertas materias ha ocasionado que expertos en cuántica den clases en mecánica teórica, la profesora que antes he mencionado de mecánica teórica se excusa en que imparte una materia que está fuera de su especialidad.

Por último, recuerdo una anécdota ridícula con un profesor musulman que dirigía trabajos académicamente dirigidos en preevaporación de alcoholes y se negaba a ayudarme para no oler los alcoholes. Ridículo semejante solo se da en una universidad donde se permite contratar a personal no competente o a personal que no está dispuesto a dar las clases con una preparación previa y un mínimo de entusiasmo por sus alumnos.
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