De lo que va de un obispo a otros.

No voy a entrar a decir si el libro de Pagola tiene errores o no. A mi hay cosas que tras su lectura no me convencieron, otras que sin embargo me encantaron, otras que me fueron totalmente indiferentes y alguna que otra que no entendí. Pero es curiosísimo que en el blog de Xavier Pikaza se recoge una entrevista al padre claretiano Gustavo Larrazabal que fué editor de los libros del Papa Francisco (Cardenal Bergoglio entonces). En la entrevista se recoge que ante el problema que venía desde la Santa Sede por un libro que se pretendía censurar, la actitud de Bergoglio fue ejemplar: corregir y no condenar.

¿Sería capaz el obispo Munilla y los Miembros de la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe de sentarse con Pagola a corregir el libro de este para ayudarle a publicar su texto? Por ahora la respuesta es que no. Y es que es muy comprensible, a casi todos los eclesiásticos les gusta escribir libros religiosos y a algunos de ellos el éxito de ciertos competidores es negativo para sus propios intereses editoriales, o más bien les frustra su escaso o nulo éxito en ese terreno. Algunos de nuestros obispos, lejos de ayudar a un sacerdote a hacer un libro sobre Jesús intachable lo que hacen es condenar al autor para así abrir el paso al suyo o al de un amigo. También puede ser que esta gente condene por inquina o por orgullo. Pero lo cierto es que hay que ser muy mala persona para destruir de un plumazo el trabajo de alguien, sobre todo si ese trabajo ha llevado muchos años elaborarlo.

Deseo muchísimo que esa actitud de Bergoglio cunda en la Iglesia. Ojalá aparezcan las correcciones fraternas, ojalá ante un libro que tenga errores aparezcan obispos a cientos para corregirlo y mejorarlo en lugar de para quemarlo o para no mezclarse en el asunto para evitar los correspondientes problemas. Y es que parece que la mejor forma de algunos por parecer más ortodoxos consiste en condenar y destruir.
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