Año nuevo, diálogo nuevo
AÑO NUEVO, DIÁLOGO NUEVO
En vez de diálogo de sordos, escucharse mutuamente. En vez de descalificación, interacción. Sería un buen propósito de comienzo de año. Empezarlo bendiciendo (como en la lectura de la misa del día 1 de enero: Num 6, 22-27).
En el 2007 han pululado por los blogs agresividades y crispaciones. En el 2008, esperemos un Mesías: “el desencrispador que nos desencrispare...”
En Japón es tradicional la limpieza general del treinta y uno de diciembre. En los templos sintoístas se bendice fuego nuevo. El sueño esa noche será de buen augurio y a la mañana siguiente se formularán propósitos de inicio de año, “nueva primavera”, al juntar las manos ante el altarcito familiar de los antepasados.
Pero no sólo en Japón, también en nuestro país: año nuevo, vida nueva. ¿Qué novedad pondremos este año? ¿Año nuevo, diálogo nuevo?
El octavo: no crispar. Es la cenicienta de los diez mandamientos. Me lo enseñaron en el Colegio de los Maristas a los siete años: el octavo mandamiento, no mentir, incluye no hablar mal, no levantar acusaciones falsas y no quitar la fama. Diez años después, me lo recordaron en Acción Católica. Movidos por falso celo, íbamos a publicar en el boletín una carta panfletaria; con el pretexto de “hacernos oír” como cristianos “a machamartillo”, pero corríamos peligro de fanatismo. El consiliario nos dijo: “Si lo que escribís es falso, es calumnia; y si es verdad, es difamación.” La carta no se publicó. Cinco décadas después, aún se lo agradezco.
¿Qué diría hoy Santiago si escuchase algunas mañanas de radio o leyese los comentarios de alguinos posts?. Pues lo teneis en la Carta de Santiago: “De la misma boca sale bendición y maldición ” (3, 1-10).
Idéntico mensaje en la tradición budista. Paseaban maestro y novicio bajo los arces.. Interpela el aprendiz nonagenario: “Maestro, ¿cuál es el secreto de larga vida?” Sonríe el Maestro mostrándole su boca abierta. “Cuenta, por favor, ¿cúantos dientes me quedan?”.. “Maestro, no tenéis ninguno”. “Fíjate ahora en mi lengua, ¿cuánta me queda?”. “Maestro, la tenéis intacta”. “Pues ese es el secreto. Lo duro perece y lo blando perdura. No uses tu lengua como si fuera un colmillo para morder a los demás, úsala para consolar o besar; para animar o pacificar. Así alargarás tu vida y también la de los demás”.
De la mano del monje, dedico el post a los comentaristas, pidiendo para todas y todas, sin excluir a nadie, un buen año nuevo y...deseándoles larga vida.
En vez de diálogo de sordos, escucharse mutuamente. En vez de descalificación, interacción. Sería un buen propósito de comienzo de año. Empezarlo bendiciendo (como en la lectura de la misa del día 1 de enero: Num 6, 22-27).
En el 2007 han pululado por los blogs agresividades y crispaciones. En el 2008, esperemos un Mesías: “el desencrispador que nos desencrispare...”
En Japón es tradicional la limpieza general del treinta y uno de diciembre. En los templos sintoístas se bendice fuego nuevo. El sueño esa noche será de buen augurio y a la mañana siguiente se formularán propósitos de inicio de año, “nueva primavera”, al juntar las manos ante el altarcito familiar de los antepasados.
Pero no sólo en Japón, también en nuestro país: año nuevo, vida nueva. ¿Qué novedad pondremos este año? ¿Año nuevo, diálogo nuevo?
El octavo: no crispar. Es la cenicienta de los diez mandamientos. Me lo enseñaron en el Colegio de los Maristas a los siete años: el octavo mandamiento, no mentir, incluye no hablar mal, no levantar acusaciones falsas y no quitar la fama. Diez años después, me lo recordaron en Acción Católica. Movidos por falso celo, íbamos a publicar en el boletín una carta panfletaria; con el pretexto de “hacernos oír” como cristianos “a machamartillo”, pero corríamos peligro de fanatismo. El consiliario nos dijo: “Si lo que escribís es falso, es calumnia; y si es verdad, es difamación.” La carta no se publicó. Cinco décadas después, aún se lo agradezco.
¿Qué diría hoy Santiago si escuchase algunas mañanas de radio o leyese los comentarios de alguinos posts?. Pues lo teneis en la Carta de Santiago: “De la misma boca sale bendición y maldición ” (3, 1-10).
Idéntico mensaje en la tradición budista. Paseaban maestro y novicio bajo los arces.. Interpela el aprendiz nonagenario: “Maestro, ¿cuál es el secreto de larga vida?” Sonríe el Maestro mostrándole su boca abierta. “Cuenta, por favor, ¿cúantos dientes me quedan?”.. “Maestro, no tenéis ninguno”. “Fíjate ahora en mi lengua, ¿cuánta me queda?”. “Maestro, la tenéis intacta”. “Pues ese es el secreto. Lo duro perece y lo blando perdura. No uses tu lengua como si fuera un colmillo para morder a los demás, úsala para consolar o besar; para animar o pacificar. Así alargarás tu vida y también la de los demás”.
De la mano del monje, dedico el post a los comentaristas, pidiendo para todas y todas, sin excluir a nadie, un buen año nuevo y...deseándoles larga vida.