Ballenas contra salmones
Pese a todas las protestas de ecologistas y defensores de las especies animales, Japón sigue encontrando pretextos para incrementar la pesca de ballenas.
La moratoria internacional impuesta a la comercialización de la carne de ballena contenía una cláusula por donde evadir la prohibición. Se exceptuaba la pesca por razones de investigación científica. Zarpa el pasadp noviembre del puerto de Shimonoseki el barco factoría rumbo a aguas del Pacífico Sur. A la pregunta del periodista responden muy seriamente: “Calculamos captar más de novecientas ballenas, entre ellas unas cincuenta de la especie de aletas grandes y joroba”. Ante la protesta de activistas verdes, se justifican: “Se trata de estudiar los índices de fertilidad procreativa de esa especie en el marco del ecosistema del Antártico”.
Aunque, al cabo de cuatro décadas en Japón, soy un enamorado del pescado natural sashimi, confieso que no me atrae el de ballena. Prefiero atún o calamar. Pero a los japoneses les encantan las lonchas de ballena. Además, presumen de lo arraigado que está su sabor en la cultura tradicional desde hace más de dos milenios.
Ahí surge la incoherencia. También es tradicional en la etnia discriminada de los Ainu, en la isla de Hokkaido al norte de Japón, la pesca del salmón. Sin embargo, la Oficina de Pesca pone severas restricciones a su captura. Cuando lean esta noticia quienes sepan cómo funcionan las flotas pesqueras niponas en aguas de Canarias, del Estrecho o del Cantábrico, la lista de contradicciones irá in crescendo.
Y puestos a constatar incoherencias en el cuidado de la vida, habría que denunciar otras más serias. Llora a coro el país entero cuando muere la útlima cría reciente del osito Panda en el zoológico de Ueno, pero esas sensibilidad para la protección de las especies pasa de largo y vuelve la vista a otra parte ante el tema de la interrupción del embarazo disimulada como muerte fetal en parto prematuro de seis meses. El tema de la coherencia en ética de la vida, desde la ecología a la obstetricia va más allá de lo anecdótico sobre salmones y ballenas.
(Columna de opinión en "La Verdad" de Murcia, el 15-XII-07)
La moratoria internacional impuesta a la comercialización de la carne de ballena contenía una cláusula por donde evadir la prohibición. Se exceptuaba la pesca por razones de investigación científica. Zarpa el pasadp noviembre del puerto de Shimonoseki el barco factoría rumbo a aguas del Pacífico Sur. A la pregunta del periodista responden muy seriamente: “Calculamos captar más de novecientas ballenas, entre ellas unas cincuenta de la especie de aletas grandes y joroba”. Ante la protesta de activistas verdes, se justifican: “Se trata de estudiar los índices de fertilidad procreativa de esa especie en el marco del ecosistema del Antártico”.
Aunque, al cabo de cuatro décadas en Japón, soy un enamorado del pescado natural sashimi, confieso que no me atrae el de ballena. Prefiero atún o calamar. Pero a los japoneses les encantan las lonchas de ballena. Además, presumen de lo arraigado que está su sabor en la cultura tradicional desde hace más de dos milenios.
Ahí surge la incoherencia. También es tradicional en la etnia discriminada de los Ainu, en la isla de Hokkaido al norte de Japón, la pesca del salmón. Sin embargo, la Oficina de Pesca pone severas restricciones a su captura. Cuando lean esta noticia quienes sepan cómo funcionan las flotas pesqueras niponas en aguas de Canarias, del Estrecho o del Cantábrico, la lista de contradicciones irá in crescendo.
Y puestos a constatar incoherencias en el cuidado de la vida, habría que denunciar otras más serias. Llora a coro el país entero cuando muere la útlima cría reciente del osito Panda en el zoológico de Ueno, pero esas sensibilidad para la protección de las especies pasa de largo y vuelve la vista a otra parte ante el tema de la interrupción del embarazo disimulada como muerte fetal en parto prematuro de seis meses. El tema de la coherencia en ética de la vida, desde la ecología a la obstetricia va más allá de lo anecdótico sobre salmones y ballenas.
(Columna de opinión en "La Verdad" de Murcia, el 15-XII-07)