Bienvenida vía libre de Obama a las células madre

El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, puso fin ayer a la prohibición de financiar con fondos públicos federales la investigación con células madre embrionarias. Es buena noticia para quienes defienden la conjunción de ciencia y ética frente a los condicionamientos de ambas por ideologías pseudo-políticas o pseudo-religiosas.

El Presidente Bush, en dos ocasiones, se hizo la foto de rigor en el Vaticano, primero junto a Juan Pablo II , después junto a Benedicto XVI. En ambas ocasiones nos apenó y nos puso en apuros esa noticia transmitida por el periódico japonés Asahi en un cuarto de plana de su edición vespertina.

El pie de foto presentaba a Bush como aliado de los papas en la defensa de la vida, irónico titular para el carnicero de inocentes en Afganistán e Irak.

El decreto de Obama vuelve a hacer conciliables ciencia y ética y afianza la postura de la sana laicidad de la ética frente a ideologizaciones político-religiosas.

No lo ve así el bloque republicano neoconservador, que ve a Obama como abortista por esta decisión. Igualmente el órgano vaticano Osservatore romano se alía con la postura defendida por la Academia de la Vida en contra de la investigación con células madre, basándose en el prejuicio de considerar al blastocisto como persona (que es, por otra parte, la postura oficial de la CDF en su reciente documento Dignitas personae que, al no distinguir entre aborto y contracepción e intercepción, hace un flaco favor a la vida que pretende defender y corre así el peligro de fomentar los abortos que querría evitar).

Hay que repetir que el problema del aborto no comienza –como muy pronto y puestos a ser maximalistas- sino a partir de la implantación del pre-embrión en el endometrio uterino, cuando se inicia la decisiva interacción embrio-materna que desemboca en el feto hacia la octava semana de gestación.

Ni el tema de las células madre, ni el de las intervenciones interceptivas (DIU, píldora del día siguiente, procedimientos preventivos tras violaciones, etc.) son cuestión de aborto, sino de interrupción del proceso de implantación.

La Conferencia de Obispos estadounidenses también ha visto el decreto de Obama como lo que llaman “victoria de la política sobre la ciencia y la ética". Pero ya sabemos que en dicha Conferencia predomina la línea neoconservadora, como consecuencia de los nombramientos episcopales efectuados durante el gobierno de Juan Pablo II, que dieron la vuelta a la apertura de que gozaba dicha Conferencia a mediados y finales de los años setenta.

No creemos que el decreto de Obama sea una victoria de la política sobre la ciencia y ética, sino todo lo contrario, una victoria de la ética sanamente laica, en conjunción con la ciencia al servicio de la humanidad, sin dejarse condicionar por ideologías pseudopolíticas o pseudoreligiosas.
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