Carta abierta a Soledad Puertas y Javier Mariscal
Queridos Javier y Soledad
Desde Japón deseo transmitiros mi enhorabuena: por el nacimiento de Andrés, por la curación de Javier y por el bautizo de Andrés.
En mi parroquia hemos comentado favorablemente vuestro caso en el curso para una cultura de la vida y en mi homilía del domingo he invitado a rezar en unión con vosotros dando gracias a Dios y pidiendo que la ciencia ayude, como en este caso, a la salud y la vida.
Me ha apenado que algunas personas hayan dicho barbaridades en nombre de la Iglesia.
Por ejemplo, es una barbaridad llamar a vuestro hijo “bebé medicamento”. No es un medicamento, es una persona.
Es una barbaridad lo que dijo algún obispo de que suprimían la vida de unos hermanos. No se ha suprimido ninguna vida al seleccionar el embrión que se debía implantar para que pudise comenzar la vida que antes de ese momento no ha comenzado.
Es una barbaridad que algunas personas de iglesia cuestionasen el bautismo de vuestro hijo. No hay ninguna razón para ello. Naturalmente ni vuestro obispo ni vuestro párroco se opondrán, ni mucho menos.
Es una barbaridad que algún eclesiástico haya hablado de excomuniones o de abortos, es absurdo, no ha habido ningún aborto. Los embriones no implantados no eran más que mera posibilidad, no se ha suprimido ninguna vida humana.
Es una barbaridad lo que dijo cierto portavoz episcopal sobre un mal medio para un buen fin. En vuestro caso el medio y el fin eran buenos. Aunque sea doctor en teología (y hasta obispo) el eclesiástico que así habla, le daríamos un suspenso en moral si lo dijera en un examen.
En fin, no hagáis caso de todas esas barbaridades. La gente con sentido común, los cristianos y cristianas con sentido evangélico y quienes se dedican al estudio de la moral católica coinciden en deciros enhorabuena y en tranquilizaros, porque lo que habéis hecho es correcto, solidario, amoroso y ejemplo para casos semejantes.
Haced oídos sordos a esa parte de la iglesia que cae en la tentación de ser poco misericordiosa, muy condenatoria y que, además, no estudia ni toma en serio a la ciencia para ponerla al servicio de la salud y de las personas.
Enhorabuena otra vez. Jesús está de parte vuestra.
Un fuerte abrazo.
Juan Masiá Clavel, SJ
Operario pastoral en la parroquia jesuita de Rokko (Kobe) y profesor de Bioética en la Universidad Santo Tomás (Osaka)
Desde Japón deseo transmitiros mi enhorabuena: por el nacimiento de Andrés, por la curación de Javier y por el bautizo de Andrés.
En mi parroquia hemos comentado favorablemente vuestro caso en el curso para una cultura de la vida y en mi homilía del domingo he invitado a rezar en unión con vosotros dando gracias a Dios y pidiendo que la ciencia ayude, como en este caso, a la salud y la vida.
Me ha apenado que algunas personas hayan dicho barbaridades en nombre de la Iglesia.
Por ejemplo, es una barbaridad llamar a vuestro hijo “bebé medicamento”. No es un medicamento, es una persona.
Es una barbaridad lo que dijo algún obispo de que suprimían la vida de unos hermanos. No se ha suprimido ninguna vida al seleccionar el embrión que se debía implantar para que pudise comenzar la vida que antes de ese momento no ha comenzado.
Es una barbaridad que algunas personas de iglesia cuestionasen el bautismo de vuestro hijo. No hay ninguna razón para ello. Naturalmente ni vuestro obispo ni vuestro párroco se opondrán, ni mucho menos.
Es una barbaridad que algún eclesiástico haya hablado de excomuniones o de abortos, es absurdo, no ha habido ningún aborto. Los embriones no implantados no eran más que mera posibilidad, no se ha suprimido ninguna vida humana.
Es una barbaridad lo que dijo cierto portavoz episcopal sobre un mal medio para un buen fin. En vuestro caso el medio y el fin eran buenos. Aunque sea doctor en teología (y hasta obispo) el eclesiástico que así habla, le daríamos un suspenso en moral si lo dijera en un examen.
En fin, no hagáis caso de todas esas barbaridades. La gente con sentido común, los cristianos y cristianas con sentido evangélico y quienes se dedican al estudio de la moral católica coinciden en deciros enhorabuena y en tranquilizaros, porque lo que habéis hecho es correcto, solidario, amoroso y ejemplo para casos semejantes.
Haced oídos sordos a esa parte de la iglesia que cae en la tentación de ser poco misericordiosa, muy condenatoria y que, además, no estudia ni toma en serio a la ciencia para ponerla al servicio de la salud y de las personas.
Enhorabuena otra vez. Jesús está de parte vuestra.
Un fuerte abrazo.
Juan Masiá Clavel, SJ
Operario pastoral en la parroquia jesuita de Rokko (Kobe) y profesor de Bioética en la Universidad Santo Tomás (Osaka)