¿Domund de las misiones o de las religiones?
Pasó “el siglo de las misiones”. Estamos en la era de la “Nueva Misión”: otra misión posible, la alternativa de las religiones unidas para ayudar al mundo a descubrir la humanidad y la espiritualidad.
“Id por todo el mundo y haced discípulos”. Para cumplir este encargo hay que "ir a escuchar y aprender de todas las gentes". No que aprendan de nosotros, sino que aprendamos juntos. Judíos, cristianos, musulmanes y budistas aprenderán criticando sus respectivas trayectorias misioneras y pensando juntos "la Nueva Misión".
No la conversión de una religión a otra, sino la conversión de todas a otra humanización y otra espiritualidad posibles. Jesús promovió humanización y religiosidad al exigir: "el sábado para el ser humano y no éste para el sábado".
Para ir sin miedo a la "Nueva Misión", hay que renunciar al monopolio de la bondad o esperanza y a las exclusivas de salvación. "Todas las iglesias para todo el mundo entero", como nos ha dicho el hermano Benedicto en el mensaje del Domund de este año. El Reinado de Dios, es decir, el Espacio del Espíritu va más allá de las fronteras visibles de las iglesias. El Espíritu actúa dentro y fuera de ellas. La "Nueva Misión" no incrementará el propio grupito "de dentro"; sino descubrirá la Presencia del Misterio “allí fuera". Ya no diremos: “fuera de esta iglesia no hay salvación", sino "donde hay salvación, allí actúa el Espíritu". Donde se promueven liberación, fraternidad y esperanza, germina lo que Jesús llamó el Reino.
A veces las religiones se convierten en obstáculo para el encuentro con lo sagrado. Dice la parábola budista que una balsa sirve para cruzar el río; luego, se la deja en la orilla para seguir caminando. Pero las iglesias caminan a veces con la balsa a cuestas y, en el peor de los casos, la convierten en arma arrojadiza para defender fanatismos.
Decían los obispos japoneses en el Sínodo asiático: “Jesucristo es Camino, Verdad y Vida; pero, antes de acentuar la Verdad, practiquemos su Camino y Vida.”.
“Id por todo el mundo y haced discípulos”. Para cumplir este encargo hay que "ir a escuchar y aprender de todas las gentes". No que aprendan de nosotros, sino que aprendamos juntos. Judíos, cristianos, musulmanes y budistas aprenderán criticando sus respectivas trayectorias misioneras y pensando juntos "la Nueva Misión".
No la conversión de una religión a otra, sino la conversión de todas a otra humanización y otra espiritualidad posibles. Jesús promovió humanización y religiosidad al exigir: "el sábado para el ser humano y no éste para el sábado".
Para ir sin miedo a la "Nueva Misión", hay que renunciar al monopolio de la bondad o esperanza y a las exclusivas de salvación. "Todas las iglesias para todo el mundo entero", como nos ha dicho el hermano Benedicto en el mensaje del Domund de este año. El Reinado de Dios, es decir, el Espacio del Espíritu va más allá de las fronteras visibles de las iglesias. El Espíritu actúa dentro y fuera de ellas. La "Nueva Misión" no incrementará el propio grupito "de dentro"; sino descubrirá la Presencia del Misterio “allí fuera". Ya no diremos: “fuera de esta iglesia no hay salvación", sino "donde hay salvación, allí actúa el Espíritu". Donde se promueven liberación, fraternidad y esperanza, germina lo que Jesús llamó el Reino.
A veces las religiones se convierten en obstáculo para el encuentro con lo sagrado. Dice la parábola budista que una balsa sirve para cruzar el río; luego, se la deja en la orilla para seguir caminando. Pero las iglesias caminan a veces con la balsa a cuestas y, en el peor de los casos, la convierten en arma arrojadiza para defender fanatismos.
Decían los obispos japoneses en el Sínodo asiático: “Jesucristo es Camino, Verdad y Vida; pero, antes de acentuar la Verdad, practiquemos su Camino y Vida.”.