Eucaristía, soplo de vida nueva (Corpus 7)

La liturgia cristiana ora a menudo pidiendo la venida del Espíritu como soplo de vida que de vida nueva a todo. En griego se llama epiclesis esa plegaria implorando efusión de Espíritu recreadora y transformadora.

Varias trans-formaciones importantes en la Eucaristía:

1. Transformación de la culpa por el perdón. Ocurre en el reconocimiento penitencial del comienzo de la misa (auténtico perdón de los pecados), cuando la comunidad y la iglesia entera se reconoce pecadora y necesitada de conversión continua. La absolución recibida transforma a la comunidad por el perdón.
2. Transformación del corazón por la escucha de la Palabra. En la bendición solicitada antes de proclamar el Evangelio se pide la depuración del corazón para que no lo anunciemos solamente con la boca y para que la escucha transforme a quienes acogen la Palabra.
3. Transformación de las relaciones humanas por la reconciliación, ya que “antes de presentar las ofrendas ante el altar, hay que reconciliarse mutuamente”, reconciliación que quedará sellada al darse la paz.
4. Transformación de los dones por la consagración, cuando el Espíritu “santifica las ofrendas presentadas (pan, vino y la vida cotidiana entera que representan), para convertirlo todo en nueva vida, vida de Cristo para liberación del mundo.
5. Transformación de la persona y de la comunidad por la comunión ("hazte lo que recibes", dice san Agustín), unión (no uniformidad) en Cristo de la comunidad plural, comunión que no solamente expresa unión, sino la crea (Si aguardásemos a que la comunidad estuviera perfectamente unida no comulgaríamos, pero expresamos nuestra unión y, a la vez, sus deficiencias, comulgamos para estar unidos quienes deberíamos estarlo y todavía no lo estamos...)
6. Transformación de la iglesia : para salir del encerramiento en sí misma hacia la apertura al mundo, ya que la bendición final de despedida es un envío en misión, llamamiento a transformar el mundo desde Cristo, a la vez que a dejarnos transformar por Cristo presente en los signos de los tiempos de ese mundo.(En vez de decir, "ite missa est: podéis marcharos, que la misa ha terminado", decimos: "No os quedéis aquí, salid a construir la paz, que ahí es donde la misa había empezado y continúa...)

El llamado “Canon” de la misa latina preconciliar no dejaba percibir la riqueza de las diversas epiclesis y las correspondientes transformaciones, que en las plegarias eucarísticas segunda, tercera y cuarta postconciliares se recuperaron. Incorporamos conscientemente su sentido a nuestra espiritualidad, pidiendo en todas esas epiclesis por la trasnformación de la vida entera: “revivan los huesos”, que diría Ezequiel...
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