Dialogando con el Maestro Kotaró Suzuki,me dice que la imagen de Buda que contemplé al visitar su templo “representa al buda histórico, Gautama Shakamuni, pero al mismo tiempo está idealizada o sublimada”.
Me explica que se trata del buda histórico, pero conmvertido en el buda celeste o glorificado por su entrada definitiva en el Nirvana tras la muerte.
“Pero, añade Suzuki, no convirtamos la imagen en ídolo. A través de la visibilidad del buda histórico y a través de la imagen del celeste, se nos sugiere el misterio del Buda eterno, que existe desde siempre y por siempre, sin forma, sin ser visible ni tangible, la gran energía que todo lo vivifica, el hontanar de luz y vida, sentido último de la realidad.
ElBuda eterno se hace visible en el buda histórico que nos encamina hacia la realidad última y nos hace despertar a la realidad de su presencia interior (lo que llamamos en japonés busshhô o naturaleza búdica, nuestro cuerpo morada de la iluminación, que diría Kûkai)”.
Oyendo esta explicación del Dr. Suzuki pienso inevitablemente en lo que Panikkar llama homeomorfismos trinitarios: manifestación terrena del Rostro de Abba, realidad última eterna, presencia interior del Espíritu... Aquí hay tema para la teología de los próximos cien años...
(cf. El Dharma y el Espíritu. Conversaciones entre un cristiano y un budista, PPC, 2008, p.123)