El P. Kadowaki, jesuita y maestro Zen, ya está “unimismado”
R.I.P: Juan Kakichi KADOWAKI (1926-2017)
El 27 de Julio, 2017, se adentró definitivamente en la Vida de la vida este jesuita japonés, que nos deja un legado de antropología filosófica no dual, espiritualidad ignaciana dialogante y lectura cordial de la Biblia con el cuerpo entero.
Para evocar en su obituario el legado filosófico-espiritual del P. Kadowaki, no encuentro mejor palabra que la acuñada `por Unamuno sobre cuerpo y alma en El Cristo de Velázquez:
Enamorada de su cuerpo tu alma,
y por nupcial amor unimismados,
no como a cárcel al morir dejóla,
con el suspiro de quien queda libre,
sino como a un hogar en que se ansía
dejarse vivirsiempre...
Es que el P. Kadowaki, que enseñaba en los años setenta una antropología filosófica no dual, se alegró y animó al equipo de traductores que preparaba los cinco volúmenes de obras del pensador español de carne y hueso.
En la década de los 80 fue Pedro Laín Entralgo quien se interesó por la manera de hablar Kadowaki en japonés sobre cuerpo y espíritu suprimiendo la “y” para decir “cuerpo-espíritu”, aunando los dos pictogramas de cuerpo y espíritu (ambos con la misma fonética, shin) en el término shin-shin: que podríamos verter unamunianamente como “cuerpo-espíritu unimismados”.
KADOWAKI Kakichi nació en tierras norteñas de Hokkaido el 6 de enero de 1926. Bautizado católico por el P. Dumoulin, el conocido investigador del budismo, entró en la Compañía de Jesús -novicio dirigido por el P. Arrupe- en 1950. Ordenado sacerdote en Tokyo, en 1960, se doctoró en la Universidad Gregoriana en 1964.
Estudió especialmente el conocimiento por connaturalidad en Santo Tomás y la epistemología de Lonergan. Fue profesor de antropología filosófica en la Universidad Sofía de 1965 a 1996. Por contraste con otros profesores japoneses y extranjeros de la generación anterior -que se decantaban por escolasticismos medievales o idealismos alemanes en filosofía y tesis contrarreformistas en teología-, Kadowaki (que, antes de filosofar, se había graduado en ingeniería en la Universidad Imperial) estuvo abierto al diálogo con la fenomenología y hermenéutica.
Después, recogió el legado de encuentro con el Zen del P. Enomiya. Llegó a ser reconocido como Maestro del Zen por el Roshi (Maestro) Omori Sogen, según la corriente de Rinzai, Fue instructor de un grupo internacional de Tercera Probación en Japón, en 1982.
Ha continuado durante más de treinta años profundizando la relación enre la espiritualidad ignaciana y la práctica del Zen; ha dirigido en esa línea muchas tandas de ejercicios, integrando el estilo ignaciano que camina de la meditación a la contemplación, dando importancia al cuerpo, respiración, memoria e imaginación, con la práctica Zen, centrada en la respiración y el silencio. Trasladando este método a la teología, Kadowaki no ha cesado de pensar hasta sus últimos días la integación del aliento corporal con el soplo del Espíritu de Vida.
Dirigió el Instituto de Religiones Orientales de la Universidad Sophia, de 1985 a 1991. Tradujo el libro de los Ejercicios espirituales de san Ignacio al japonés. Fue publicado en la colección de bolsillo de la principal editorial japonesa, Iwanami, en 1995.
Entre sus numerosas publicaciones en japonés, destacan sus estudios sobre pensamiento y espiritualidad en la obra de Dogen (2008), al que calificaba como un santo Tomás del budismo. También es autor de dos piezas de teatro Noh, de temática cristiana, que se estrenaron en Tokyo, Roma, Bruselas y Buenos Aires.En español, recordamos sus libros: El Zen y la Biblia. Lectura coporal del Koan y la Biblia. Vivencia Zen de de un cristiano., ed. Paulinas, 1981; Por el camino de Oriente. Posibilidades de una filosofía cristiana japonesa, ed. Colegio de México, 2011,
Al redactar ahora para el blog estas líneas de obituario, tengo como telón de fondo el leit-motiv de conversaciones con él, que solía repetir: “Ustedes, occidentales, tienen que librarse de la antropología dualista y la teología exclusivista”. Creo sinceramente que los que hemos sido discípulos y colegas suyos en filosofía y teología todavía tenemos como asignatura pendiente tomar en serio este consejo suyo.
El 27 de Julio, 2017, se adentró definitivamente en la Vida de la vida este jesuita japonés, que nos deja un legado de antropología filosófica no dual, espiritualidad ignaciana dialogante y lectura cordial de la Biblia con el cuerpo entero.
Para evocar en su obituario el legado filosófico-espiritual del P. Kadowaki, no encuentro mejor palabra que la acuñada `por Unamuno sobre cuerpo y alma en El Cristo de Velázquez:
Enamorada de su cuerpo tu alma,
y por nupcial amor unimismados,
no como a cárcel al morir dejóla,
con el suspiro de quien queda libre,
sino como a un hogar en que se ansía
dejarse vivirsiempre...
Es que el P. Kadowaki, que enseñaba en los años setenta una antropología filosófica no dual, se alegró y animó al equipo de traductores que preparaba los cinco volúmenes de obras del pensador español de carne y hueso.
En la década de los 80 fue Pedro Laín Entralgo quien se interesó por la manera de hablar Kadowaki en japonés sobre cuerpo y espíritu suprimiendo la “y” para decir “cuerpo-espíritu”, aunando los dos pictogramas de cuerpo y espíritu (ambos con la misma fonética, shin) en el término shin-shin: que podríamos verter unamunianamente como “cuerpo-espíritu unimismados”.
KADOWAKI Kakichi nació en tierras norteñas de Hokkaido el 6 de enero de 1926. Bautizado católico por el P. Dumoulin, el conocido investigador del budismo, entró en la Compañía de Jesús -novicio dirigido por el P. Arrupe- en 1950. Ordenado sacerdote en Tokyo, en 1960, se doctoró en la Universidad Gregoriana en 1964.
Estudió especialmente el conocimiento por connaturalidad en Santo Tomás y la epistemología de Lonergan. Fue profesor de antropología filosófica en la Universidad Sofía de 1965 a 1996. Por contraste con otros profesores japoneses y extranjeros de la generación anterior -que se decantaban por escolasticismos medievales o idealismos alemanes en filosofía y tesis contrarreformistas en teología-, Kadowaki (que, antes de filosofar, se había graduado en ingeniería en la Universidad Imperial) estuvo abierto al diálogo con la fenomenología y hermenéutica.
Después, recogió el legado de encuentro con el Zen del P. Enomiya. Llegó a ser reconocido como Maestro del Zen por el Roshi (Maestro) Omori Sogen, según la corriente de Rinzai, Fue instructor de un grupo internacional de Tercera Probación en Japón, en 1982.
Ha continuado durante más de treinta años profundizando la relación enre la espiritualidad ignaciana y la práctica del Zen; ha dirigido en esa línea muchas tandas de ejercicios, integrando el estilo ignaciano que camina de la meditación a la contemplación, dando importancia al cuerpo, respiración, memoria e imaginación, con la práctica Zen, centrada en la respiración y el silencio. Trasladando este método a la teología, Kadowaki no ha cesado de pensar hasta sus últimos días la integación del aliento corporal con el soplo del Espíritu de Vida.
Dirigió el Instituto de Religiones Orientales de la Universidad Sophia, de 1985 a 1991. Tradujo el libro de los Ejercicios espirituales de san Ignacio al japonés. Fue publicado en la colección de bolsillo de la principal editorial japonesa, Iwanami, en 1995.
Entre sus numerosas publicaciones en japonés, destacan sus estudios sobre pensamiento y espiritualidad en la obra de Dogen (2008), al que calificaba como un santo Tomás del budismo. También es autor de dos piezas de teatro Noh, de temática cristiana, que se estrenaron en Tokyo, Roma, Bruselas y Buenos Aires.En español, recordamos sus libros: El Zen y la Biblia. Lectura coporal del Koan y la Biblia. Vivencia Zen de de un cristiano., ed. Paulinas, 1981; Por el camino de Oriente. Posibilidades de una filosofía cristiana japonesa, ed. Colegio de México, 2011,
Al redactar ahora para el blog estas líneas de obituario, tengo como telón de fondo el leit-motiv de conversaciones con él, que solía repetir: “Ustedes, occidentales, tienen que librarse de la antropología dualista y la teología exclusivista”. Creo sinceramente que los que hemos sido discípulos y colegas suyos en filosofía y teología todavía tenemos como asignatura pendiente tomar en serio este consejo suyo.