De Pablo a Francisco, pasando por Benedicto
Ecoevangelio es la palabra clave que define el llamamiento contemplativo y comprometido para cuidar la relación con la tierra y con los pobres desde la relación con Dios.
Es un llamamiento que resuena desde Pablo VI, el Papa integrador, hasta Francisco,el Papa Misericordioso, pasando por las aclaraciones de Benedicto XVI, el Papa Lúcido.
La editorial Herder tuvo en fecha muy temprana (cuando aún estaba en germen la encíclica Laudato si) la feliz intuición de recopilar las propuestas ecológicas de Benedicto, completándolas con las de Francisco. El anuncio de esta encíclica, en los anticipos de ella durante las homilías matutinas del Papa venido del Sur, invitaba a ampliar el proyecto y retrasar la publicación para incluir en ella la presente encíclica. El sueño se hizo realidad con la aparición a primero de septiembre del volumen de 400 páginas: Hacia un ecoevangelio. El llamado ecológico de los Papas Benedicto y Francisco, en el que se incluyen más de doscientas páginas de textos selectos de Benedicto sobre ecología humana y cristiana, seguidos del texto íntegro de la encíclica del Papa Francisco.
El título del volumen es significativo: Hacia un ecoevangelio. “Hacia...”, porque es llamamiento a reconocer un don y una tarea, cuya realización es asignatura pendiente. Evangelio, porque es Buena Noticia. Y Ecoevangelio, porque quiere responder al clamor de la casa (oikos, eco-) amenazada; más exactamente, al doble clamor de la casa común, la tierra, y de sus moradores más desfavorecidos, excluidos o descartados.
En esta encíclica, publicada medio siglo después del Concilio Vaticano II, culminan cuatro décadas de esfuerzos por llevar a cabo (a veces frenados por la contracorriente restauracionista anticonciliar) la integración a que aspiraba Pablo VI en su exhortación Evangelii nuntiandi, 1975: la inseparable unión de la misión evangelizadora con la promoción de paz y justicia en el cuidado del mundo.
En esta exhortación de Pablo VI culminaba su preocupación desde los días de Medellín, 1968, por el triple impacto recibido en sus viajes a Latinoamérica, África y Asia: los pobres, las otras culturas y las otras religiones.
Fue Pablo VI el Papa que envió a la Cumbre de la Tierra, en Estocolmo, 1971, el mensaje comprometido con la ecología, en el que alertaba sobre las consecuencias desastrosas de un desarrollo insensible a las repercusiones en la degradación ambiental.
La defensa apasionada de los derechos humanos llevó a Juan Pablo II a gritar en su Mensaje para la Jornada de la Paz de 1990, que la paz social, fruto de la paz con el Creador, exige un gran pacto de paz con la tierra y con toda la creación. Hay que reconocer que, a pesar de las resistencias que Juan Pablo y Benedicto tuvieron hacia la teología de la liberación, no dejaron de mantener la continuidad con la propuesta integradora de Pablo VI en Evangelii nuntiandi: Proclamación, práctica y celebración.
En Benedicto llama la atención que es el Papa con más abundante producción de textos sobre ecología. Explicitó la relectura y reinterpretación del encargo bíblico de “dominar la tierra” , tal como venía haciéndolo la exégesis moderna: no en términos de dominación, sino de cuidado. Benedicto acentuó, entre otras, tres grandes líneas de desarrollo del pensamiento ecológico en el marco de la doctrina social de la Iglesia: la dimensión cósmica de la revelación, la antropología de la técnica humanizadora y la relación entre eucaristía, justicia y ecología. Además denunció, en Caritas in veritate, la crítica de una economía deshumanizadora y la dependencia injusta de algunas políticas con relación al sistema económico que fomenta la exclusión y el descarte, como reiterará Francisco, citando a menudo a su predecesor.
Cuando Francisco recoge esta tradición y confronta en el contexto actual la crisis en que está nuestra triple relación con los pobres, con la tierra y con Dios, insiste en situarse en continuidad con esta doctrina social de la Iglesia, pero si tuviéramos que caracterizar en dos palabras clave el talante con que lo hace, bastaría titular: lo hace desde el Sur y desde el Espíritu.
Francisco es contemplativo y comprometido. Comprometido precisamente por ser contemplativo. Contemplativo en acción, permítaseme decir, “franciscana e ignacianamente”.
Francisco habla desde el Sur. Recoge especialmente lo que decían los obispos latinoamericanos, en Aparecida (2007) o los filipinos (2012), las voces con que los pastores del Sur interpelan al Norte.
Francisco habla desde el Espíritu: escucha las voces de la creación entera, relaciona la crisis medioambiental y económica con la crisis de una humanidad mutilada en sus capacidades contemplativas y creativas, mientras sigue desarrollando sus potencialidades destructivas, dominadoras y deshumanizadoras, dañándose a sí misma, al entorno y a las generaciones futuras.
Ojalá este clamor de ecoevangelio no deje de hacer resonar su eco en los cuatro puntos cardinales o, como dirían los budistas, en las diez direcciones del universo. En todas direcciones habrá que salir a gritarlo.
"Salid a contemplar la belleza de la creación y la presencia de Dios en los pobres, diría el de Asís. Salid a co-crear un mundo nuevo, que para eso os ilumina la gloria del Creador, diría Benedicto, el Papa Lúcido. Salid a cuidar de la casa común, a custodiarla con alegría de Evangelio y fuerza de Espíritu, a escuchar el clamor de la tierra y el de los pobres, dice Francisco, el papa misericordioso".
Agradecemos una vez más a la editorial Herder su tesón por aunar, pese a las dificultades del proyecto, en un solo volumen la teología lúcida y la espiritualidad compasiva de estos dos Papas del siglo XXI.
Es un llamamiento que resuena desde Pablo VI, el Papa integrador, hasta Francisco,el Papa Misericordioso, pasando por las aclaraciones de Benedicto XVI, el Papa Lúcido.
La editorial Herder tuvo en fecha muy temprana (cuando aún estaba en germen la encíclica Laudato si) la feliz intuición de recopilar las propuestas ecológicas de Benedicto, completándolas con las de Francisco. El anuncio de esta encíclica, en los anticipos de ella durante las homilías matutinas del Papa venido del Sur, invitaba a ampliar el proyecto y retrasar la publicación para incluir en ella la presente encíclica. El sueño se hizo realidad con la aparición a primero de septiembre del volumen de 400 páginas: Hacia un ecoevangelio. El llamado ecológico de los Papas Benedicto y Francisco, en el que se incluyen más de doscientas páginas de textos selectos de Benedicto sobre ecología humana y cristiana, seguidos del texto íntegro de la encíclica del Papa Francisco.
El título del volumen es significativo: Hacia un ecoevangelio. “Hacia...”, porque es llamamiento a reconocer un don y una tarea, cuya realización es asignatura pendiente. Evangelio, porque es Buena Noticia. Y Ecoevangelio, porque quiere responder al clamor de la casa (oikos, eco-) amenazada; más exactamente, al doble clamor de la casa común, la tierra, y de sus moradores más desfavorecidos, excluidos o descartados.
En esta encíclica, publicada medio siglo después del Concilio Vaticano II, culminan cuatro décadas de esfuerzos por llevar a cabo (a veces frenados por la contracorriente restauracionista anticonciliar) la integración a que aspiraba Pablo VI en su exhortación Evangelii nuntiandi, 1975: la inseparable unión de la misión evangelizadora con la promoción de paz y justicia en el cuidado del mundo.
En esta exhortación de Pablo VI culminaba su preocupación desde los días de Medellín, 1968, por el triple impacto recibido en sus viajes a Latinoamérica, África y Asia: los pobres, las otras culturas y las otras religiones.
Fue Pablo VI el Papa que envió a la Cumbre de la Tierra, en Estocolmo, 1971, el mensaje comprometido con la ecología, en el que alertaba sobre las consecuencias desastrosas de un desarrollo insensible a las repercusiones en la degradación ambiental.
La defensa apasionada de los derechos humanos llevó a Juan Pablo II a gritar en su Mensaje para la Jornada de la Paz de 1990, que la paz social, fruto de la paz con el Creador, exige un gran pacto de paz con la tierra y con toda la creación. Hay que reconocer que, a pesar de las resistencias que Juan Pablo y Benedicto tuvieron hacia la teología de la liberación, no dejaron de mantener la continuidad con la propuesta integradora de Pablo VI en Evangelii nuntiandi: Proclamación, práctica y celebración.
En Benedicto llama la atención que es el Papa con más abundante producción de textos sobre ecología. Explicitó la relectura y reinterpretación del encargo bíblico de “dominar la tierra” , tal como venía haciéndolo la exégesis moderna: no en términos de dominación, sino de cuidado. Benedicto acentuó, entre otras, tres grandes líneas de desarrollo del pensamiento ecológico en el marco de la doctrina social de la Iglesia: la dimensión cósmica de la revelación, la antropología de la técnica humanizadora y la relación entre eucaristía, justicia y ecología. Además denunció, en Caritas in veritate, la crítica de una economía deshumanizadora y la dependencia injusta de algunas políticas con relación al sistema económico que fomenta la exclusión y el descarte, como reiterará Francisco, citando a menudo a su predecesor.
Cuando Francisco recoge esta tradición y confronta en el contexto actual la crisis en que está nuestra triple relación con los pobres, con la tierra y con Dios, insiste en situarse en continuidad con esta doctrina social de la Iglesia, pero si tuviéramos que caracterizar en dos palabras clave el talante con que lo hace, bastaría titular: lo hace desde el Sur y desde el Espíritu.
Francisco es contemplativo y comprometido. Comprometido precisamente por ser contemplativo. Contemplativo en acción, permítaseme decir, “franciscana e ignacianamente”.
Francisco habla desde el Sur. Recoge especialmente lo que decían los obispos latinoamericanos, en Aparecida (2007) o los filipinos (2012), las voces con que los pastores del Sur interpelan al Norte.
Francisco habla desde el Espíritu: escucha las voces de la creación entera, relaciona la crisis medioambiental y económica con la crisis de una humanidad mutilada en sus capacidades contemplativas y creativas, mientras sigue desarrollando sus potencialidades destructivas, dominadoras y deshumanizadoras, dañándose a sí misma, al entorno y a las generaciones futuras.
Ojalá este clamor de ecoevangelio no deje de hacer resonar su eco en los cuatro puntos cardinales o, como dirían los budistas, en las diez direcciones del universo. En todas direcciones habrá que salir a gritarlo.
"Salid a contemplar la belleza de la creación y la presencia de Dios en los pobres, diría el de Asís. Salid a co-crear un mundo nuevo, que para eso os ilumina la gloria del Creador, diría Benedicto, el Papa Lúcido. Salid a cuidar de la casa común, a custodiarla con alegría de Evangelio y fuerza de Espíritu, a escuchar el clamor de la tierra y el de los pobres, dice Francisco, el papa misericordioso".
Agradecemos una vez más a la editorial Herder su tesón por aunar, pese a las dificultades del proyecto, en un solo volumen la teología lúcida y la espiritualidad compasiva de estos dos Papas del siglo XXI.