Pluralismo político cristiano
La Nota de la Comisión Permanente de la CEE ante las elecciones parte, en su número uno, del criterio siguiente: “orientar el discernimiento moral que es necesario cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción del bien común”.
Se ha discutido y controvertido: ¿Se limita la Nota a orientar el discernimiento o va más allá y se pasa?
Comparemos la diversidad de opciones políticas con el arco iris. Desde el rojo y anaranjado al violeta, pasando por el amarillo, verde, etc… la gama es amplia. En los dos extremos del espectro luminoso estarían el blanco y el negro. Si hubiese un partido político que encarnase al cien por cien el ideal del bien común, lo designaríamos con el color blanco. Si hubiese un partido político que propugnase hitlerianamente la violación de los derechos fundamentales, lo designaríamos con el color negro.
Hoy, en nuestro país, no se da ninguna de esas dos circunstancias. No podrían decir los obispos: “Voten al blanco”, porque no existe un blanco cien por cien (Además, aunque lo hubiera, no es su papel recomendarlo). No podrían decir los obispos: “No voten al negro”, porque no lo hay. Y entre el rojo, anaranjado, amarillo, etc., no pueden decir (ni tampoco insinuar) que votemos a uno determinado, porque en ese caso se saldrían de su papel, que es, como dicen en el número 1 de la Nota, “orientar el discernimiento”.
Protagonistra de ese discernimiento es la comunidad cristiana. Como escribía Pablo VI en Octogesima adveniens : “”A las comunidades cristianas toca discernir, con la ayuda del Espíritu Santo, en comunión con los obispos responsables, en diálogo con los demás hermanos/as cristianos/as y todas las personas de buena voluntad, las opciones y compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones sociales, políticas y económicas que aparezcan necesarias con urgencia en cada caso” (n.4).
Como consecuencia de ese discernimiento surgirá una pluralidad de opciones en la comunidad cristiana: “En las situaciones concretas y habida cuenta de las solidaridades vividas por cada persona, es necesario reconocer una legítima variedad de opciones posibles. Una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes” (n.50).
Se ha discutido y controvertido: ¿Se limita la Nota a orientar el discernimiento o va más allá y se pasa?
Comparemos la diversidad de opciones políticas con el arco iris. Desde el rojo y anaranjado al violeta, pasando por el amarillo, verde, etc… la gama es amplia. En los dos extremos del espectro luminoso estarían el blanco y el negro. Si hubiese un partido político que encarnase al cien por cien el ideal del bien común, lo designaríamos con el color blanco. Si hubiese un partido político que propugnase hitlerianamente la violación de los derechos fundamentales, lo designaríamos con el color negro.
Hoy, en nuestro país, no se da ninguna de esas dos circunstancias. No podrían decir los obispos: “Voten al blanco”, porque no existe un blanco cien por cien (Además, aunque lo hubiera, no es su papel recomendarlo). No podrían decir los obispos: “No voten al negro”, porque no lo hay. Y entre el rojo, anaranjado, amarillo, etc., no pueden decir (ni tampoco insinuar) que votemos a uno determinado, porque en ese caso se saldrían de su papel, que es, como dicen en el número 1 de la Nota, “orientar el discernimiento”.
Protagonistra de ese discernimiento es la comunidad cristiana. Como escribía Pablo VI en Octogesima adveniens : “”A las comunidades cristianas toca discernir, con la ayuda del Espíritu Santo, en comunión con los obispos responsables, en diálogo con los demás hermanos/as cristianos/as y todas las personas de buena voluntad, las opciones y compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones sociales, políticas y económicas que aparezcan necesarias con urgencia en cada caso” (n.4).
Como consecuencia de ese discernimiento surgirá una pluralidad de opciones en la comunidad cristiana: “En las situaciones concretas y habida cuenta de las solidaridades vividas por cada persona, es necesario reconocer una legítima variedad de opciones posibles. Una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes” (n.50).