R.I.P. Juan Sánchez Rivera, jesuita hispano-japonés
Juan ya vive en El Que Vive.
Con su nariz aguileña, rostro barbudo y porte estilizado de cuadro del Greco, el abulense dejó desconcertado al funcionario de aduanas que revisaba su pasaporte en Barajas. “No me diga que es usted japonés”. “Pues sí, lo soy, español nacionalizado japonés y jesuita para más señas”.
No era la primera vez que Juan sorprendía a un policía celoso. Recién llegado de Japón en visita de verano, conducía un vehículo de alquiler por Rosales y se saltó un semáforo. El municipal que le obliga a frenar le increpa: “¿Es que no tiene usted ojos para ver que está en rojo?” “ Sí, sí, lo he visto, pero me llevó la prisa, perdone, perdone...”dice Juan mientras saca la cartera y pregunta al agente; “¿Cuanto le debo por la multa?“ El agente no da crédito a la escena inusitada (En este país no es corriente pedir perdón y dar gracias). “Pero hombre de Dios, ¿usted de donde ha salido?” Juan se ríe: “Lo de hombre de Dios es verdad, porque soy cura. De donde vengo es de Japón...” El agente lo toma por loco y dice: “Ande, váyase y lleve cuidado”...
El P. Juan Sánchez-Rivera Peiró (Hoan Ribera,1938-2018), después de una larga etapa de docencia en la Universidad Sophia (Psicología, Antropología, counseling) y de haber desempeñado, entre otros cargos, el de superior de la comunidad del teologado, fue enviado para dirigir la enfermería de los jesuitas de la provincia japonesa.
En esa enfermería está ahora cuidando su salud el ex-Superior General, Adolfo Nicolás que, desde su silla de ruedas, nos dice escuetamente el mejor obituario para Rivera: “Juan era una persona destinada a humanizar las comunidades en las que vivió, sobre todo, en los once años de acompañar en esta etapa ascendente a sus hermanos”.
Sus compañeros de los años de escolasticado en Alcalá de Henares recuerdan el impacto de dos de sus libros que fueron emblemáticos de tiempos postconciliares. Recomendarlos me parece oportuno como recordatorio: Manifiesto de la nueva humanidad, y El rostro del hombre. (Ed.San Pablo)
Juan M. Sánchez-Rivera nació en Piedrahíta (Ávila) el 18 de junio de 1938, ingresó el 3 septiembre 1955 en la Compañía de Jesús,y fue ordenado sacerdote, en Tokyo, por el arzobispo Shirayanagi el 24 marzo de 1973. Descanse en paz en la Vida de la vida.
Con su nariz aguileña, rostro barbudo y porte estilizado de cuadro del Greco, el abulense dejó desconcertado al funcionario de aduanas que revisaba su pasaporte en Barajas. “No me diga que es usted japonés”. “Pues sí, lo soy, español nacionalizado japonés y jesuita para más señas”.
No era la primera vez que Juan sorprendía a un policía celoso. Recién llegado de Japón en visita de verano, conducía un vehículo de alquiler por Rosales y se saltó un semáforo. El municipal que le obliga a frenar le increpa: “¿Es que no tiene usted ojos para ver que está en rojo?” “ Sí, sí, lo he visto, pero me llevó la prisa, perdone, perdone...”dice Juan mientras saca la cartera y pregunta al agente; “¿Cuanto le debo por la multa?“ El agente no da crédito a la escena inusitada (En este país no es corriente pedir perdón y dar gracias). “Pero hombre de Dios, ¿usted de donde ha salido?” Juan se ríe: “Lo de hombre de Dios es verdad, porque soy cura. De donde vengo es de Japón...” El agente lo toma por loco y dice: “Ande, váyase y lleve cuidado”...
El P. Juan Sánchez-Rivera Peiró (Hoan Ribera,1938-2018), después de una larga etapa de docencia en la Universidad Sophia (Psicología, Antropología, counseling) y de haber desempeñado, entre otros cargos, el de superior de la comunidad del teologado, fue enviado para dirigir la enfermería de los jesuitas de la provincia japonesa.
En esa enfermería está ahora cuidando su salud el ex-Superior General, Adolfo Nicolás que, desde su silla de ruedas, nos dice escuetamente el mejor obituario para Rivera: “Juan era una persona destinada a humanizar las comunidades en las que vivió, sobre todo, en los once años de acompañar en esta etapa ascendente a sus hermanos”.
Sus compañeros de los años de escolasticado en Alcalá de Henares recuerdan el impacto de dos de sus libros que fueron emblemáticos de tiempos postconciliares. Recomendarlos me parece oportuno como recordatorio: Manifiesto de la nueva humanidad, y El rostro del hombre. (Ed.San Pablo)
Juan M. Sánchez-Rivera nació en Piedrahíta (Ávila) el 18 de junio de 1938, ingresó el 3 septiembre 1955 en la Compañía de Jesús,y fue ordenado sacerdote, en Tokyo, por el arzobispo Shirayanagi el 24 marzo de 1973. Descanse en paz en la Vida de la vida.