Reinterprertar el sueño de José (y 3)

Cuarto de Adviento: las dudas de José. Dos malentendidos: Unos decían que Jesús no era hijo de Dios, sino de relaciones de María con José o con otros antes de la boda . Otros confundían “hijo de Dios” con mitos griegos: dioses bajando a acostarse con humanas y engendrar "héroes- superman o semidioses”.

Mateo evita ambos malentendidos. Ni Jesús es hijo de padre desconocido, ni sobrehumano, sino verdadero hombre, epifanía de Dios. El ángel tranquiliza a José: No temas por la obra de lo alto; tú no estorbas cuand el Espíritu actúa. Hay sitio para ambos en ese lecho. No te alejes de María para ceder paso al Espíritu”.

El padre imponía el nombre, signo de paternidad legal. El nombre lo escoge Dios, pero lo impone José, su padre. Será Emmanuel: Dios con nosotros, reinterpretando a Isaías (Ver la mejor explicación en el post de X. Pikaza).

“La Navidad pone de manifiesto el sentido profundo de todo nacimiento humano” (Evangelium vitae, 1). Frase que da un giro de ciento ochenta grados a las homilías de hoy. No aleja el nacimiento de Jesús como excepcional, sino ilumina desde él lo extraordinario de todo nacimiento humano. En vez de medir el nacimiento de Jesús con el patrón de los demás nacimientos, confundiendo lo extraordinario con lo anormal, se consideran los demás nacimientos a la luz de éste. Sigue diciendo Juan Pablo II: “La alegría mesiánica es fundamento y realización de la alegría por cada criatura que nace” .
El exegeta belga Jean Radermakers dice: “Si José se inquieta, no es por dudar de su prometida, sino por su propia relación con el niño que va a nacer y la misión que le incumbe... El sentido religioso de la justicia parecía pedir a José que se retirara... Tomando imágenes de las mitologías paganas, depuradas por la reflexión judía, Mateo no se sitúa en un plano de fisiología, medicina, ginecología o sexología, sino en el de una realidad más profunda... Deberíamos releer nuestra experiencia del alumbramiento y de la responsabilidad parental a partir del nacimiento de Jesús... Toda criatura recién nacida viene de Dios. Asumir una maternidad y paternidad humanas es dejar que Dios se revele en la criatura nacida... La misión de todo varón y mujer que se unen es dar lugar a que aparezca en el mundo la realidad de Enmanuel, Dios con nosotros” (Au fil de l,évangile selon saint Matthieu, 34-48).
Lástima que esta perícopa haya sido malentendida desde enfoques negativos sobre la sexualidad, que veían la actuación del Espíritu en confrontación con la relación matrimonial.
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