Resucitar: Despertar hacia la Vida
Espiritualidad es despertar, salir del espejismo y abrir los ojos a la Vida. Por eso Pablo puede decir que “ya hemos resucitado”, que la resurrección no es algo que ocurra después de la muerte sino que empieza cuando, como dice Juan, tenemos "vida eterna ya aquí y ahora” y por eso “quien cree no morirá para siempre”.
Espiritualidad es despertar a la Vida. Resucitar es despertar, levantarse, ponerse en pie, renacer a nueva y auténtica vida en el Espíritu.
Resucitar es despertar hacia la Vida, transformarse y vivir para siempre...
“Cuando traducimos del griego, “anástasis” nos impresiona con el triple impacto de sus significados: levantarse, despertar, resucitar.
En cambio, nos disgusta que la iglesia japonesa haya traducido resucitar como “re-vivir” (en japonés 復活fukkatsu, 復fuku: de nuevo, y 活katsu: vivir). No, resucitar no es volver a esta vida, ni revivir en esta vida, ni sobrevivir indefinidamente en esta vida, sino trans-vivir,.
Resucitar es transformarse, como la crisálida en mariposa, para volar hacia la vida nueva, verdadera y auténtica, la vida en el seno de la Vida.
Por eso la teología que hace esfuerzos por arraigar en la cultura, les propone a los creyentes japoneses traducir resurrección, no como revivir (復活fukkatsu) sino como vida nueva (新活shin-katsu) y vida verdadera (también 真活shin-katsu).
Vida más allá de esta vida y no meramente “vida después", ni siquiera "vida perdurable”, sino vida transformada en el seno de la Vida de la vida.
Pablo acuñó para ello un término paradójico, pletórico de sentido: cuerpo espiritual, soma pneumatiikón, “Se siembra un cuerpo animal, surge despertando (resucitando hacia la vida) un cuerpo espiritusl” (1 Co 15, 45).
(Para leer más, véase: Vivir, ed. Desclée, 2015, pp 181-188)
Espiritualidad es despertar a la Vida. Resucitar es despertar, levantarse, ponerse en pie, renacer a nueva y auténtica vida en el Espíritu.
Resucitar es despertar hacia la Vida, transformarse y vivir para siempre...
“Cuando traducimos del griego, “anástasis” nos impresiona con el triple impacto de sus significados: levantarse, despertar, resucitar.
En cambio, nos disgusta que la iglesia japonesa haya traducido resucitar como “re-vivir” (en japonés 復活fukkatsu, 復fuku: de nuevo, y 活katsu: vivir). No, resucitar no es volver a esta vida, ni revivir en esta vida, ni sobrevivir indefinidamente en esta vida, sino trans-vivir,.
Resucitar es transformarse, como la crisálida en mariposa, para volar hacia la vida nueva, verdadera y auténtica, la vida en el seno de la Vida.
Por eso la teología que hace esfuerzos por arraigar en la cultura, les propone a los creyentes japoneses traducir resurrección, no como revivir (復活fukkatsu) sino como vida nueva (新活shin-katsu) y vida verdadera (también 真活shin-katsu).
Vida más allá de esta vida y no meramente “vida después", ni siquiera "vida perdurable”, sino vida transformada en el seno de la Vida de la vida.
Pablo acuñó para ello un término paradójico, pletórico de sentido: cuerpo espiritual, soma pneumatiikón, “Se siembra un cuerpo animal, surge despertando (resucitando hacia la vida) un cuerpo espiritusl” (1 Co 15, 45).
(Para leer más, véase: Vivir, ed. Desclée, 2015, pp 181-188)