Sexualidad digna y natalidad responsable -Lo que queda y lo que no queda de la Humanae vitae-
(La pregunta 41 del Cuestionario-Lineamenta actual para el Sínodo de 2015 trata sobre cómo “promover eficazmente la apertura a la vida y la dignidad de ser padre o madre”; y añade, como referencia minimalista, “ a la luz, por ejemplo de la Humanae vitae”).
Respondería a esa pregunta diciendo simplemente tres cosas:
1) Revisemos lo que significa el criterio de sexualidad digna y natalidad responsable: respeto mutuo de las personas, reciprocidad justa en las relaciones y responsabilidad en la acogida a la vida (que excluye tanto la procreación a ultranza como su rechazo también a ultranza, ambos de modo irresponsable)
2) Que lo que hay que redescubrir, para hacer esta revisión a su luz, no es la Humanae vitae, sino el criterio del Concilio Vaticano II sobre natalidad responsable (Gaudium et spes, 47-52).
3) Que se aclare bien, al hablar de la enseñanza de la iglesia sobre estos temas, qué queda y qué no queda de la Humanae vitae: Quedan sus dos criterios principales sobre dignidad y responsabilidad en la relación matrimonial y en la acogida de la vida. No quedan y deben estar estar superadas: sus interpretaciones estrechas de la sexualidad y sus conclusiones negativas sobre métodos de regulación de natalidad. Es decir, lo único que queda de Humanae Vitae es lo que no es original suyo, sino del Concilio Vaticano II, del que la Humanae vitae dio marcha atrás lamentablemente.
La citada pregunta 41 alude, en general, a esa encíclica tan controvertida, que tanta pérdida de credibilidad ha causado a la iglesia.
La pregunta está inspirada en los números 57 y 58 de la Relatio Synodi ,que parece hacerse eco de las abundantes reacciones negativas al Cuestionario-Lineamenta del año anterior), y se limita a recomendar “una enseñanza adecuada sobre los métodos naturales para la procreación responsable”, invitando a “redescubrir el mensaje de la encíclica Humanae vitae, que hace hincapié en la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la valoración moral de los métodos de regulación de la natalidad”.
(Formulación diplomática de estilo vaticano, que deja margen para asentir a los principios y disentir de las conclusiones; sería preferible reconocer las limitaciones de la enseñanza anterior –que siempre debe seguir desarrollándose y evolucionando históricamente-, y admitir que eso nos obliga a conjugar el asentimiento a criterios válidos con la discrepancia de sus aplicaciones).
El Cuestionario-lineamenta para el Sínodo de 2014 insistía en reafirmar la Humanae vitae. El resumen de las respuestas (Instrumentum laboris, 2014) mostró reacciones negativas ante esas preguntas. El cuestionario actual para el Sinodo de 2015 parece haberlo tenido en cuenta y abre la puerta a respuestas más abiertas, positivas y avanzadas.
La tercera de las respuestas propuesta aquí, al comienzo de este post, es la que algunos hemos presentado en clases de moral teológica durante las últimas tres décadas, reconociendo que esa opinión estaba en desacuerdo con la expresada en documentos de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Un resumen escueto –mero índice temático- de lo que queda y lo que no queda de la Humanae vitae es el siguiente (que he desarrollado más divulgadoramente en los ensayos Tertulias de Bioética, Trotta, 2006 y Cuidar la vida, Herder y Religión Digital, 2012).
Lo que queda de la Humanae vitae:dos premisas mayores excelentes.
Lo que no queda: dos premisas menores controvertidas y dos conclusiones deficientes e inconsecuentes.
1. Dos premisas mayores que siguen siendo válidas: A) el criterio de respeto mutuo a la dignidad de las personas en la relación matrimonial y en la intimidad sexual digna y justa; B) el criterio de apertura acogedora de la vida y natalidad responsable, con decisión tomada en conciencia y compartida esponsalmente.
2. Dos premisas menores que deben corregirse: A) La interpretación estrecha sobre la inseparabilidad de los aspectos unitivo y procreativo en todos y cada uno de los actos de unión íntima. B) La interpretación errónea sobre lo natural y lo artificial, como si todo lo artificial fuese antinatural, olvidando que, como dice santo Tomás “para el ser humano es lo más natural recurrir responsablemente a lo artificial”.
3. Dos conclusiones deficientes e inconsecuentes. A) El rechazo indiscriminado de los métodos impropiamente considerados “no naturales” por ser artificiales, y la recomendación ingenuamente optimista de los llamados “métodos naturales”, como si no pudiesen ser irresponsables o vulneradores de la dignidad de la pareja cuando ambos no concuerdan en su práctica. B) La imposición normativa de la apertura a la vida como indispensable en todo acto de unión íntima o como si esa finalidad fuese condición indispensable para la licitud de dicha unión.
(Esto no es más que el índice del curso de un semestre sobre las luces y sombras de la Humanae vitae. Puede completarse cada uno de estos tres puntos con los escritos de acreditados moralistas como Bernard Hâring, Marciano Vidal o Javier Gafo).
Respondería a esa pregunta diciendo simplemente tres cosas:
1) Revisemos lo que significa el criterio de sexualidad digna y natalidad responsable: respeto mutuo de las personas, reciprocidad justa en las relaciones y responsabilidad en la acogida a la vida (que excluye tanto la procreación a ultranza como su rechazo también a ultranza, ambos de modo irresponsable)
2) Que lo que hay que redescubrir, para hacer esta revisión a su luz, no es la Humanae vitae, sino el criterio del Concilio Vaticano II sobre natalidad responsable (Gaudium et spes, 47-52).
3) Que se aclare bien, al hablar de la enseñanza de la iglesia sobre estos temas, qué queda y qué no queda de la Humanae vitae: Quedan sus dos criterios principales sobre dignidad y responsabilidad en la relación matrimonial y en la acogida de la vida. No quedan y deben estar estar superadas: sus interpretaciones estrechas de la sexualidad y sus conclusiones negativas sobre métodos de regulación de natalidad. Es decir, lo único que queda de Humanae Vitae es lo que no es original suyo, sino del Concilio Vaticano II, del que la Humanae vitae dio marcha atrás lamentablemente.
La citada pregunta 41 alude, en general, a esa encíclica tan controvertida, que tanta pérdida de credibilidad ha causado a la iglesia.
La pregunta está inspirada en los números 57 y 58 de la Relatio Synodi ,que parece hacerse eco de las abundantes reacciones negativas al Cuestionario-Lineamenta del año anterior), y se limita a recomendar “una enseñanza adecuada sobre los métodos naturales para la procreación responsable”, invitando a “redescubrir el mensaje de la encíclica Humanae vitae, que hace hincapié en la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la valoración moral de los métodos de regulación de la natalidad”.
(Formulación diplomática de estilo vaticano, que deja margen para asentir a los principios y disentir de las conclusiones; sería preferible reconocer las limitaciones de la enseñanza anterior –que siempre debe seguir desarrollándose y evolucionando históricamente-, y admitir que eso nos obliga a conjugar el asentimiento a criterios válidos con la discrepancia de sus aplicaciones).
El Cuestionario-lineamenta para el Sínodo de 2014 insistía en reafirmar la Humanae vitae. El resumen de las respuestas (Instrumentum laboris, 2014) mostró reacciones negativas ante esas preguntas. El cuestionario actual para el Sinodo de 2015 parece haberlo tenido en cuenta y abre la puerta a respuestas más abiertas, positivas y avanzadas.
La tercera de las respuestas propuesta aquí, al comienzo de este post, es la que algunos hemos presentado en clases de moral teológica durante las últimas tres décadas, reconociendo que esa opinión estaba en desacuerdo con la expresada en documentos de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Un resumen escueto –mero índice temático- de lo que queda y lo que no queda de la Humanae vitae es el siguiente (que he desarrollado más divulgadoramente en los ensayos Tertulias de Bioética, Trotta, 2006 y Cuidar la vida, Herder y Religión Digital, 2012).
Lo que queda de la Humanae vitae:dos premisas mayores excelentes.
Lo que no queda: dos premisas menores controvertidas y dos conclusiones deficientes e inconsecuentes.
1. Dos premisas mayores que siguen siendo válidas: A) el criterio de respeto mutuo a la dignidad de las personas en la relación matrimonial y en la intimidad sexual digna y justa; B) el criterio de apertura acogedora de la vida y natalidad responsable, con decisión tomada en conciencia y compartida esponsalmente.
2. Dos premisas menores que deben corregirse: A) La interpretación estrecha sobre la inseparabilidad de los aspectos unitivo y procreativo en todos y cada uno de los actos de unión íntima. B) La interpretación errónea sobre lo natural y lo artificial, como si todo lo artificial fuese antinatural, olvidando que, como dice santo Tomás “para el ser humano es lo más natural recurrir responsablemente a lo artificial”.
3. Dos conclusiones deficientes e inconsecuentes. A) El rechazo indiscriminado de los métodos impropiamente considerados “no naturales” por ser artificiales, y la recomendación ingenuamente optimista de los llamados “métodos naturales”, como si no pudiesen ser irresponsables o vulneradores de la dignidad de la pareja cuando ambos no concuerdan en su práctica. B) La imposición normativa de la apertura a la vida como indispensable en todo acto de unión íntima o como si esa finalidad fuese condición indispensable para la licitud de dicha unión.
(Esto no es más que el índice del curso de un semestre sobre las luces y sombras de la Humanae vitae. Puede completarse cada uno de estos tres puntos con los escritos de acreditados moralistas como Bernard Hâring, Marciano Vidal o Javier Gafo).