El maestro del Zen Hakuin (1685-1768) compuso unos versos apropiados para refrescar el espíritu en medio de los calores veraniegos. Saben a vida verdadera, como el agua que Jesús brindaba a la samaritana:
Todos los vivientes son
originariamente budas.
Como el agua y el hielo.
No hay hielo sin agua.
Pero no nos percatamos.
Buscamos en lontananza
lo que tenemos tan a mano.
¡Qué pena da ver a la gente extraviada
buscando lejos la Verdad
que mora en su interior!
Como quien se queja de sed
mientras nada en un lago.
(cf. J. Masiá-K. Suzuki,El Dharma y el Espíritu,PPC, 2007, p.131)