Del brazo con Santo Tomás -Francisco discernidor (4)-
Por el Paseo de la Cuarta Vía caminan del brazo el jesuita Papa Francisco y el teólogo dominico Tomás de Aquino. Caminan del brazo la reforma y la tradición. La tradición pensadoramente creativa del teólogo dominico acompaña y apoya la reforma tradicionalmente evangélica del jesuita franciscano.
Por el Paseo de la Cuarta Vía caminan del brazo la buena pastoral y la sana teología. Desde la acera derecha los miran con escepticismo los dogmáticos y canonistas. Desde la acera izquierda les lanzan puyas los del cambio irresponsable, azuzándoles para que vayan más de prisa. Desde los balcones y miradores de la vía media estilo Curia, les invitan a pararse en el camino y, a mitad de distancia de las dos aceras, contentar a ambas con sonrisas de doble cara, mitad corbata y mitad coleta. Pero Francisco y Tomás prosiguen caminando mientras aumenta poco a poco el número de seguidores por la Cuarta Vía hacia … la Plaza de la Concordia Creadora.
En los párrafos de AL sobre el discernimiento de la conciencia responsable remite Francisco a lo que dijo en EG sobre la pastoral del crecimiento condicionado por los límites. Llama la atención que, en ambos casos, se refuerza el texto de Francisco con las citas de Tomás de Aquino sobre la pluralidad de expresiones de la razón teológica al expresar cuestiones de doctrina y la pluralidad de conclusiones de la razón práctica al tomar decisiones morales (EG 40, nota 44: S Th I q. 47, a. 1, y AL 304, notas 347-8: S Th I-II, 94, a. 4).
Francisco se refiere a dos estilos diferentes de pensar y decidir sobre las cuestiones morales: uno es el estilo monolítico de la moral automática y estática; otro es el estilo explorador de la moral de discernimiento, dinámica y en camino.
Francisco opta por el segundo cuando propone la lógica de la misericordia en vez de la lógica de la condenación (AL 296); cuando prefiere el poliedro (AL 4), al monolito y los matices de la búsqueda exploradora, en vez de los dilemas de blanco o negro, propia del pensamiento de conclusión única, excluyente de opciones variadas.
Esta moral discernidora es capaz de conjugar la propuesta del ideal de los valores con la comprensión de la complejidad de las circunstancias (AL 307), hacer que la aspiración al crecimiento hacia la meta sea compatible con el reconocimiento de los límites a lo largo del camino (AL305).
Francisco opta por este estilo de pensar y decidir sobre las cuestiones morales y lo pone en práctica en La Alegría del Evangelio, (EG, cap.1, especialmente nn. 40-45: crecimiento hacia la meta en medio de limitaciones), y en La Alegría del Amor (AL, cap. 8, sobre todo, nn.304 a 312: normas y discernimiento, lógica de la misericordia pastoral).
Destacan en ese marco algunas formulaciones lapidarias que han sido subrayadas por la mayoría de comentaristas. Por ejemplo:
“Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren” (AL 287).
•Situaciones muy diferentes… no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral” (AL 298).
En “la conversación con el sacerdote, en el fuero interno… cuando se encuentra una persona responsable y discreta, que no pretende poner sus deseos por encima del bien común de la iglesia, con un pastor que sabe reconocer la seriedad del asunto que tiene entre manos, se evita el riesgo de que un determinado discernimiento lleve a pensar que la Iglesia sostiene una doble moral”(AL 300).
“Este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena” (AL 303).
“Cuanto más se desciende a los casos particulares, más indeterminación hay” (AL 304, S Th q. 94, a. 4).
“El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y el crecimiento” (AL 305)
A diferencia de la moral monolítica y (normas exclusivas y casos homogeneizados), la moral discernidora y exploradora es ternaria (discierne las circunstancias del camino a la luz de los valores de la meta, teniendo en cuenta la señalización de las normas, pero sin absolutizarlas ni aplicarlas automáticamente, sino en la medida en que sirven para proteger los valores de la meta y la seguridad en el camino).
Esta manera de pensar y decidir en moral es, por otra parte, característica de la enseñanza tradicional cristiana sobre la conciencia y el discernimiento en el Nuevo Testamento (por ejemplo, Rom 2, 14-15, Rom 14, 23).