El cura como "lego" en Comité de Bioética japonés

En España no se entendería. Un monje budista y un teólogo católico invitados como “miembros legos” a un Comité de Bioética de una institución sanitaria estatal no confesional.

Desde mi experiencia de convivir normalmente con la laicidad secular en un contexto pluralista y tolerante, me choca la noticia sobre la división de opiniones en España acerca de la presencia de personal religioso en Comités de Ética Asistencial.

Mi experiencia positiva en Japón es la no ser ni privilegiado ni excluído como religioso, sino admitido e invitado con normalidad al debate bioético pluridisciplinar. (En Japón no hay acuerdos Iglesia-Estado, ni Convenios como el recientemente cuestionado en Madrid. Es atinadísimo el análisis que hace Francisco Prat, experto en Bioética, de Cristianos en el PSOE, en su artículo “Curas en Comités de Ética Asistencial”, Eclesalia, 25-IV-08).

Entre los “miembros legos” (en inglés, “lay members”, de fuera de la especialidad y de fuera de la institución), una socióloga, un ama de casa, una periodista, un monje budista y un teólogo católico. Naturalmente, se supone que los miembros religiosos no representan ni imponen ninguna postura oficial de su propia pertenencia confesional. Pero sí se espera de ellos que conjuguen competencia ética, capacidad dialogal y perspectiva religiosa personal, que se propone y no se impone.

Ya me gustaría que en España fuera posible esta “normalidad laica, secular, pluralista,y tolerante”. Lo impiden los prejuicios de los dos extremos típicos de las “dos Españas” anacrónicas: 1) la del integrismo eclesiástico-político, y 2) la del anticlericalismo alérgico, ambas acomplejadas por síndromes persecutorios. (Confiemos en que una tercera o cuarta alternativa –la de una gran mayoría de personas en el estado español- prevalezca sobre esas otras dos Españas trasnochadas).

En Japón, donde ni privilegian a la persona religiosa ni la excluyen, es más fácil colaborar con la laicidad secular, sin necesidad ni de ocultar la confesionalidad, pero sin imponer las creencias; por tanto, con mayor libertad y normalidad que en España para participar dialogal y abiertamente en el debate bioético, así como para proponer la propia perspectiva religiosa con libertad a quienes, sin compartirla, son capaces de respetarla.
Volver arriba