Un navidal para cigueñas
Un navidal para cigueñas
Hoy el post se transforma en un navidal dedicado a las cigueñas.
Queridas cigueñas y cigueños, con sus abuelitas cigueñonas y nietos cigueñitos, os deseo feliz Navidad y un buen 2008, en el que nos ayudéis a convivir en santa paz y armonía.
Yo os conocí por primera vez de pequeño, cuando me dijeron que trajísteis a mi hermanito de París. Me costaba creerlo (ya entonces hacía pinitos de “hermeneuta” ) y pregunté: ¿Por qué cuando trae niños la cigüeña se quedan las mamás en la cama? Eso no se pregunta, decía la yaya. Y yo erre que erre: ¿Por qué se ponen malas las mamás cuando viene un bebé? Nene, eso no se dice, amonestó la tita Fina.
Ahora oigo que estáis en paro, por la baja de natalidad. Traednos, por favor, más bebés al año que viene, que está desproporcionado el mundo al aumentar los mayores cascarrabias como yo.
Luego, a los 12 años, había una foto vuestra con un canastillo en la enciclopedia de aquellos días del “florido pensil”. Después venía lengua y literatura. Nos hablaron de un “católico a machamartillo” (eso nos sonaba imponente), por sobrenombre “polígrafo montañés” (aclaremos para el público actual: era don Marcelino Menéndez y Pelayo, 1856-1912, que escribió la Historia de los heterodoxos españoles). “Heterodoxo” sonaba impactante. Tachaba el profe con rojo a quien lo escribía sin hache. Un servidor (ya entonces un tanto heterodoxillo) hacía gala de haberla leído, porque estaba en la biblioteca de mi padre y aún se conservan en casa de mi hermano los ocho tomos, con mis subrayados y notas al margen.
También memorizamos a Gabriel y Galán, que os quería mucho a las cigueñas: “Enfrente de mi casa yace en ruinas/ un viejo torreón de cuatro esquinas. /Y en ese viejo torreón derruído/ tiene asentado una cigueña el nido”. Claro que aquellos cigueñiños eran muy tranquilos: “Por el borde del nido de mi cuento/ donde reina una paz que es un portento/ asoman el pescuezo noche y día/ los zancudos cigueños de la cría ”. Así rimaba don Gabriel (no se si es exacto , porque cito tal como recuerdo), y concluía confesando que “parece mentira, pero enseña / tantas cosas un nido de cigueña”....
Hoy día la especie ha evolucionado. En vez de venir por san Blás, os quedáis todo el año para disfrutar el buen clima y de paso alegrarnos la vida con vuestra blancura de alas y calor familiar de nido, que invita al talante de convivencia. Bueno, a veces revolotean por ahí algunos cigueños un poco traviesos, que aletean de modo peculiar. Sí, ya comprendo que encuentran buena alimentación en los desechos de nuestra sociedad de consumo. Por eso no quiero que les prohiban picotear ahí. Únicamente pedirles, por favor, que cuiden el aleteo, para evitar que su revolotear se convierta en ventilador que esparza aromas y salpicaduras desagradables.
Bueno, mis queridas cigueñas y cigueños, que tengáis un buen año nuevo. Gloria a Dios en las alturas y en los nidos paz a cigueñas y cigueños objeto de la divina buena voluntad, que por algo los ama el Señor, y en la tierra paz a hombres y mujeres, porque todos y todas son predilectos del Señor.
Con un cálido abrazo, os saluda
Juanito de la Eudokía
Postdata: No dejen que los hermeneutass interpreten los personajes de este post como si fuese una novela. Cualquier parecido con la ficción, se debe a que está inspirado en la pura realidad.
Hoy el post se transforma en un navidal dedicado a las cigueñas.
Queridas cigueñas y cigueños, con sus abuelitas cigueñonas y nietos cigueñitos, os deseo feliz Navidad y un buen 2008, en el que nos ayudéis a convivir en santa paz y armonía.
Yo os conocí por primera vez de pequeño, cuando me dijeron que trajísteis a mi hermanito de París. Me costaba creerlo (ya entonces hacía pinitos de “hermeneuta” ) y pregunté: ¿Por qué cuando trae niños la cigüeña se quedan las mamás en la cama? Eso no se pregunta, decía la yaya. Y yo erre que erre: ¿Por qué se ponen malas las mamás cuando viene un bebé? Nene, eso no se dice, amonestó la tita Fina.
Ahora oigo que estáis en paro, por la baja de natalidad. Traednos, por favor, más bebés al año que viene, que está desproporcionado el mundo al aumentar los mayores cascarrabias como yo.
Luego, a los 12 años, había una foto vuestra con un canastillo en la enciclopedia de aquellos días del “florido pensil”. Después venía lengua y literatura. Nos hablaron de un “católico a machamartillo” (eso nos sonaba imponente), por sobrenombre “polígrafo montañés” (aclaremos para el público actual: era don Marcelino Menéndez y Pelayo, 1856-1912, que escribió la Historia de los heterodoxos españoles). “Heterodoxo” sonaba impactante. Tachaba el profe con rojo a quien lo escribía sin hache. Un servidor (ya entonces un tanto heterodoxillo) hacía gala de haberla leído, porque estaba en la biblioteca de mi padre y aún se conservan en casa de mi hermano los ocho tomos, con mis subrayados y notas al margen.
También memorizamos a Gabriel y Galán, que os quería mucho a las cigueñas: “Enfrente de mi casa yace en ruinas/ un viejo torreón de cuatro esquinas. /Y en ese viejo torreón derruído/ tiene asentado una cigueña el nido”. Claro que aquellos cigueñiños eran muy tranquilos: “Por el borde del nido de mi cuento/ donde reina una paz que es un portento/ asoman el pescuezo noche y día/ los zancudos cigueños de la cría ”. Así rimaba don Gabriel (no se si es exacto , porque cito tal como recuerdo), y concluía confesando que “parece mentira, pero enseña / tantas cosas un nido de cigueña”....
Hoy día la especie ha evolucionado. En vez de venir por san Blás, os quedáis todo el año para disfrutar el buen clima y de paso alegrarnos la vida con vuestra blancura de alas y calor familiar de nido, que invita al talante de convivencia. Bueno, a veces revolotean por ahí algunos cigueños un poco traviesos, que aletean de modo peculiar. Sí, ya comprendo que encuentran buena alimentación en los desechos de nuestra sociedad de consumo. Por eso no quiero que les prohiban picotear ahí. Únicamente pedirles, por favor, que cuiden el aleteo, para evitar que su revolotear se convierta en ventilador que esparza aromas y salpicaduras desagradables.
Bueno, mis queridas cigueñas y cigueños, que tengáis un buen año nuevo. Gloria a Dios en las alturas y en los nidos paz a cigueñas y cigueños objeto de la divina buena voluntad, que por algo los ama el Señor, y en la tierra paz a hombres y mujeres, porque todos y todas son predilectos del Señor.
Con un cálido abrazo, os saluda
Juanito de la Eudokía
Postdata: No dejen que los hermeneutass interpreten los personajes de este post como si fuese una novela. Cualquier parecido con la ficción, se debe a que está inspirado en la pura realidad.