“Caso coimas” es una señal del gran problema que la Iglesia ha venido advirtiendo Crisis ética remece a Chile hoy
Se trata del denominado “Caso Coimas” protagonizado por el mediático abogado Luis Hermosilla, su colega Leonarda Villalobos y el empresario Daniel Sauer. La revelación fue hecha por Ciper Chile, una institución periodística independiente especializada en los reportajes de investigación
El ahora electo arzobispo de Santiago, monseñor Fernando Chomalí, también señaló recientemente en una columna de opinión que “corromper significa deteriorar, echar a perder. Un corrupto es el que echa a perder y una sociedad corrupta es una sociedad deteriorada. Podemos decir que en Chile, a la luz de los acontecimientos que hemos visto, está deteriorado, y si no lo está, se está deteriorando a pasos agigantados
| Aníbal Pastor N. / Corresponsal en Chile.
A un mes de la realización del plebiscito donde la ciudadanía deberá pronunciarse por segunda vez pero ahora respecto de un nuevo proyecto constitucional, el periodismo independiente destapó uno de los casos de corrupción más impactantes y que afecta transversalmente sectores políticos y a la elite empresarial del país.
Los analistas indican que la crisis de corrupción que afecta a Chile tiene un carácter estructural ligado al sistema económico, es decir, tiene una explicación histórica; la persona humana es, de hecho, producto de la historia y el contexto socioeconómico del Chile post-dictadura empuja naturalmente hacia la corrupción y la fusión entre los negocios y la política, indican.
ÚLTIMO CASO
Se trata del denominado “Caso Coimas” protagonizado por el mediático abogado Luis Hermosilla, su colega Leonarda Villalobos y el empresario Daniel Sauer. La revelación fue hecha por Ciper Chile, una institución periodística independiente especializada en los reportajes de investigación. Esta publicó un audio de casi dos horas de una conversación de estos tres personajes en el que se detallan pagos que apuntan a coimas a funcionarios del Estado del sector tributario y financiero.
Luis Hermosilla Osorio es un conocido e influyente abogado que en sus primeros años de profesión ejerció en la Vicaría de la Solidaridad y luego fue el defensor de diversos casos emblemáticos del país ligados a la derecha, como el asesinato del senador Jaime Guzmán. En su carrera profesional ha desarrollado contactos transversales social, eclesial y políticamente. Fue socio de Andrés Chadwick, ex ministro del Interior de Sebastián Piñera (2018-2022), y asesor de esa cartera en su administración.
En 2014, Hermosilla también defendió al sacerdote de los Legionarios de Cristo, John O’Reilly, condenado a la cárcel por abuso sexual de una menor en el Colegio Cumbres de su congregación.
Juan Pablo Hermosilla, hermano de Luis, es otro connotado abogado de la plaza que ha participado en casi todos los casos de abusos clericales defendiendo a las víctimas. Él asumió la defensa jurídica en este caso.
Por su parte, Daniel Sauer Adlerstein, es controlador de empresas financieras que emitían facturas ideológicamente falsas, y María Leonarda Villalobos, otra abogada y exfuncionaria del Ministerio de Educación. Los tres personajes discutían, según los audios que son públicos ahora, sobre la necesidad de una “caja negra” para manejar gastos, implicando arreglos financieros o coimas a funcionarios públicos.
Al respecto, el gobierno del Presidente Gabriel Boric, el ministro Secretario General de la Presidencia, Álvaro Elizalde, reaccionó señalando que “estamos en presencia de una eventual, o especie de, mafia en un tema que es bien importante y que por lo demás dice relación con la agenda que hemos impulsado como Gobierno, la necesidad de actualizar nuestra legislación contra la evasión y la elusión tributaria por una parte, y en segundo lugar, el proyecto de inteligencia económica que está siendo tramitado en el Congreso Nacional”.
VOCES DE OBISPOS
Al cierre de esta nota la Iglesia no ha reaccionado. Sus obispos se hallan reunidos en Asamblea Plenaria y es probable que lo hagan el fin de semana cuando concluya la reunión.
Mas, hace 20 años, la Conferencia Episcopal advirtió sobre la corrupción en el país mediante. En marzo de 2003, el Comité Permanente consideró necesario y urgente evitar a toda costa la impunidad y la extensión de hábitos abusivos y corruptos en el aparato público y en el sector privado.
En su declaración "Sanear la vida política y económica, y derrotar la corrupción", en dicha oportunidad los obispos planteaban que hechos de corrupción que afectaban en ese momento a diversas entidades estatales y privadas han "encendido una alarma sobre la falta de probidad y transparencia en importantes sectores de la actividad nacional". Nadie los escuchó. En ella llamaban la atención sobre un problema ético de fondo en esta materia: "Una sociedad no puede mirar con confianza su futuro si centra su atención en el éxito económico, obtenido a cualquier precio".
El Vaticano vio el problema más globalmente. En marzo de 2006 se realizó la Conferencia Internacional organizada por el Pontificio Consejo «Justicia y Paz» sobre el tema: «La lucha contra la corrupción». Aquí se señaló que “la corrupción es un fenómeno que no conoce límites políticos ni geográficos (…) atraviesa todos los sectores sociales: No se puede atribuir sólo a los operadores económicos ni sólo a los funcionarios públicos. La sociedad civil tampoco está exenta. Es un fenómeno que atañe tanto a cada uno de los Estados como a los Organismos Internacionales”.
Luego, en 2015, los obispos chilenos arremetieron con un documento que titularon "Convivencia en Chile: desafío ético y respeto a nuestra dignidad" que hacía referencia a escándalos políticos provocados por el financiamiento irregular de campañas electorales.
Más recientemente, en el último tiempo, el cardenal Celestino Aós, en su homilía de Fiestas Patrias (septiembre 2023) describió el fenómeno que ahora se agudiza. Afirmó que el sistema político en Chile “es frágil, tiene riesgos y vicios, requiere del compromiso y la madurez de todos los ciudadanos. La lucha encarnizada por el poder, la descalificación del oponente como estrategia, el cáncer de la corrupción que sabemos no tiene color político, el distanciamiento de los problemas reales de los ciudadanos, especialmente de los más empobrecidos pueden carcomer el sistema político. La paz que es el clima del desarrollo y el progreso es fruto de la justicia. Por ello, no basta con cuidar de la estabilidad del sistema político en sí mismo sino también que este funcione de tal modo que permita alcanzar condiciones de justicia y dignidad para todos los habitantes de esta patria”.
El ahora electo arzobispo de Santiago, monseñor Fernando Chomalí, también señaló recientemente en una columna de opinión que “corromper significa deteriorar, echar a perder. Un corrupto es el que echa a perder y una sociedad corrupta es una sociedad deteriorada. Podemos decir que en Chile, a la luz de los acontecimientos que hemos visto, está deteriorado, y si no lo está, se está deteriorando a pasos agigantados. Pareciera ser que el tráfico de influencias, el cohecho, la estafa, la extorsión, el engaño, forma parte de la vida del país tanto en el ámbito empresarial como político. La profundidad de esta herida no la conocemos, pero parece que es más profunda de lo que pensamos. Trágico resulta que la herida proviene de personas con altos niveles de educación. Muchos de ellos han estudiado en colegios y universidades católicas. Vergonzoso”, afirmaba.
Y añadía: “Pareciera ser que las ansias desmesuradas de poder y de dinero hacen perder el sentido de realidad y además hace ver al otro como una cosa de la que me puedo servir y no a alguien al cual me debo con lo que soy y con mis actos”.
Finalmente, el arzobispo Chomalí se pregunta: “¿Qué hemos hecho? ¿qué ha pasado para que el estudio, la autoridad y el poder del que disponemos, se han inclinado más bien al servicio de intereses egoístas, pequeños, que al servicio de la sociedad toda, de los hombres y de modo especial de los más pobres?”.