“Queremos que sea una asamblea para discernir lo que el Espíritu viene realizando”, y “que podamos juntos como iglesias” refiriéndose a las diócesis presentes, “encontrarnos para discernir, como iglesia que peregrina en Chile, lo que Dios quiere para nosotros”, explicó el presbítero Renzo Ramelli, secretario pastoral de la Conferencia Episcopal de Chile (Cech) al iniciar la Tercera Asamblea Eclesial Nacional, que tiene lugar en Santiago, este viernes 7, sábado 8 y domingo 9 de octubre.

El Espíritu, manifestado simbólicamente en el viento, fue el centro desde el inicio. En la eucaristía inaugural, el obispo de Chillán y secretario general de la Cech, Sergio Pérez de Arce, señaló en la homilía que “al Espíritu Santo se le escucha, se le puede contemplar, pero por sobre todo se le escucha. En estos últimos años hemos tratado de escuchar al Espíritu, en los acontecimientos, y de manera especial cuando nos escuchamos unos a otros”, indicó. Añadió que “no estamos solos y lo que tenemos que hacer es discernir lo que Jesús quiere de nosotros, eso haremos en esta asamblea. Queremos discernir nuestra respuesta, las conversiones que quiere el Señor de nosotros. Los invito a discernir la buena nueva que Él quiere que guardemos como un tesoro en nuestro corazón, como un tesoro en el corazón nuestro y en el de la iglesia”, afirmó.

Diálogo, escucha y búsquedas

En efecto. Como el mismo documento de trabajo que se envió preliminarmente a los casi 700 participantes, “esta Tercera Asamblea Eclesial Nacional quiere ser un espacio de diálogo, escucha y consolidación de las búsquedas de renovación fruto de un largo camino sinodal de discernimiento que se inició en el 2018 (116ª Asamblea Plenaria extraordinaria) con el objetivo de hacer una mirada autocrítica de los aspectos estructurales que permitieron la ocurrencia y perpetuación del abuso en la iglesia chilena. Sobre estos aspectos, las comunidades han expresado un sentir compartido respecto de las conversiones y cambios que tenemos que asumir para cultivar formas más evangélicas de relacionarnos (más fieles a Jesucristo) y estructuras eclesiales que faciliten  esas relaciones y pongan en el centro de la relación la dignidad de cada persona”.

Si bien el proceso surgió como una respuesta a los abusos eclesiásticos que afectaron gravemente la credibilidad de toda la iglesia, en el camino se ha ido transformando en un proceso genuino de sinodalidad para la renovación eclesial. De ahí el lema de este encuentro: “Una iglesia sinodal, profética y esperanzadora”.

“No partimos de cero”, dijo Ramelli al comenzar. Y claro, con ello hacía referencia a las reflexiones generadas en la Asamblea Eclesial Latinoamericana realizada el año pasado y a las experiencias sinodales desarrolladas en las diócesis y comunidades.

Ahora, el documento que tienen en sus manos los casi 700 participantes en esta Tercera Asamblea, indica claramente que las comunidades “han expresado -de distintas maneras- la necesidad de una conversión profunda que ‘ponga a Jesús en el centro’ de la vida de la Iglesia e impulse a construir con decisión, una manera más sinodal de ser y hacer Iglesia”.

La herida de los abusos

Y reconoce que “los casos de abuso que han salido a la luz han provocado una herida profunda, con serias consecuencias”, y detalla: “fe frágil, desconfianza, falta de compromiso y de empoderamiento”, añadiendo “rabia, malestar y vergüenza” de las mismas comunidades por los abusos conocidos hasta ahora.

Así, se busca en este encuentro, ir hacia un modelo eclesial que el papa Francisco delineó en la Carta al Pueblo que Peregrina en Chile, en 2018: “una Iglesia profética y, por tanto, esperanzadora, reclama de todos una mística de ojos abiertos, cuestionadora y no adormecida”.

El común denominador de la primera jornada de este transcendental encuentro, a juicio de varias personas participantes, ha sido “el buen ambiente”, la “fraternidad y comunión” expresada en los trabajos y momentos de convivencia. Un signo no menor ha sido la presencia de todos los obispos activos en Chile, quienes han estado al mismo nivel que todos y todas las participantes, “aportando como uno más en el trabajo en grupo”, se nos comentó.

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