¿Quién será el sustituto de Celestino Aós para la capital americana? Inminente nombramiento del Arzobispo de Santiago de Chile
Hoy por hoy, cuando en espacios eclesiásticos se levantan hipótesis y se rumorean nombres de todas las corrientes eclesiásticas para el reemplazo del cardenal Aós, lo único cierto es que el Vaticano sigue teniendo el as bajo la manga que próximamente revelará
La única hipótesis válida de sostener es mirar a los países vecinos cuyos nombramientos episcopales en Lima, Bogotá y Buenos Aires, por citar los últimos en grandes capitales de América Latina, dan para esperar algo diferente, es decir, servidores del pueblo de Dios con un nuevo modo de ser pastor y de proyectar sinodalmente una iglesia en salida
| Aníbal Pastor N. / Corresponsal en Chile
A 3 años de su renuncia a la sede de Santiago, el cardenal Celestino Aós, de 78 años de edad, dará paso al décimo cuarto arzobispo de la capital chilena luego que la Santa Sede acepte su renuncia y nombre un nuevo arzobispo.
Desde el año 1840, cuando Santiago fue elevada a la categoría de arquidiócesis y transformada en cabecera de una de las cinco provincias eclesiásticas del país, han gobernado 13 arzobispos, 11 de ellos chilenos y los dos últimos nacidos en el extranjero. Ellos son Ricardo Ezzati, italiano y Celestino Aós, nacido en Navarra, España.
Cuatro Religiosos
Además, con el regreso a la democracia, todos los arzobispos santiaguinos que han sido nombrados titulares en la arquidiócesis han pertenecido a la vida consagrada y religiosa.
Así, Carlos Oviedo Cavada, (1990-1998), ya fallecido, era mercedario y fue nombrado por Juan Pablo II. Luego, los que aún viven son: Francisco Javier Errázuriz Ossa (1998-2010), miembro del Instituto de Padres de Schoenstatt, y también nombrado por Juan Pablo II; y Ricardo Ezzati Andrello (2010-2019), salesiano, nombrado por Benedicto XVI. A ellos se suma el actual, Celestino Aós Braco, quien es fraile capuchino y nombrado por el papa Francisco. A él les restan todavía dos años como elector papal.
Todos ellos han sido hechos cardenales, más los dos anteriores: José María Caro Rodríguez, que gobernó la arquidiócesis de 1939 a 1958 y fue el primer chileno en recibir el birrete cardenalicio. Luego fue don Raúl Silva Henríquez que gobernó desde 1961 a 1983, correspondiéndole el Concilio Vaticano II y los periodos de cambio en Chile de la Revolución en Libertad de Eduardo Frei Montalva, el gobierno de Salvador Allende y la dictadura civil y militar que lideró Augusto Pinochet.
Administración de Celestino
El arzobispo Celestino Aós fue nombrado un año después de que el papa Francisco realizara un viaje apostólico a Chile que concluyó como una triste historia para la iglesia. Ese viaje será recordado en la historia del actual pontificado como el gran error forzado por el episcopado nacional de entonces dirigido por el cardenal Ezzati como presidente y del ahora arzobispo de Puerto Montt, Fernando Ramos Pérez, quien era el secretario general del Episcopado. Hoy está en Roma participando en el Sínodo de la Sinodalidad ante la no comprensión de parte de muchos líderes eclesiales, laicos y consagrados.
Al arzobispo Aós también le correspondió enfrentar las secuelas del estallido de los abusos sexuales y de poder en la Iglesia, y las consecuencias del estallido social, que en Chile puso de cabeza la política cuando la ciudadanía salió a las calles en octubre de 2019 a protestar por los abusos acumulados durante 30 años. Este proceso, como se recordará, abrió la posibilidad de redactar una nueva Constitución Política pero el proceso ha sido errático, y es muy probable que culmine este año sin haber alcanzado su objetivo de construir una nueva carta magna democrática.
A favor y en contra
Y aunque parte del laicado y del clero santiaguino son críticos de cómo el cardenal Aós ha gobernado la arquidiócesis y de cómo ha ejercido el liderazgo episcopal en el país, por su tozudez personal y aparente silencio u omisión de declaraciones públicas, especialmente ante abusos o violaciones a los derechos humanos. También hay otros sectores del laicado y clero, que opinan que don Celestino ha sido el mejor arzobispo de Santiago para esta nueva era.
Para esto, argumentan que, como buen fraile es un hombre de oración y de profunda vida espiritual, distante de los halagos y actitudes complacientes de sus cercanos. Además, y esto es importante de anotar, se ha mostrado siempre muy lejano de la elite empresarial, social y política del país, que por decenas de años, por no decir, un siglo, ha gobernado Chile con la anuencia de los arzobispos capitalinos. Silva Henríquez fue la excepción histórica más notoria y por lo mismo un ejemplo difícil de seguir pero que todos pujan por tener alguien parecido en la defensa de la dignidad humana.
¿Nuevo arzobispo?
Hoy por hoy, cuando en espacios eclesiásticos se levantan hipótesis y se rumorean nombres para el reemplazo del cardenal Aós, lo único cierto es que el Vaticano sigue teniendo el as bajo la manga. En la actualidad, que sea chileno o extranjero ya no tiene las connotaciones de décadas pasadas porque en la iglesia es cada vez más fuerte su carácter extraterritorial. Sin embargo, algunos analistas prevén como muy difícil que se repita un tercer arzobispo nacido fuera de Chile.
Y el que sea parte o no de la vida religiosa pareciera que tampoco tiene importancia para las tendencias actuales, pero también el Papa debe considerar la soledad del clero secular santiaguino que sobrevive a los abusos, según apuntaron nuestras fuentes.
Quizás la única hipótesis válida de sostener es mirar a los países vecinos cuyos nombramientos episcopales en Lima, Bogotá y Buenos Aires, por citar los últimos en grandes capitales de América Latina, dan para esperar algo diferente, es decir, servidores del pueblo de Dios con un nuevo modo de ser pastor y de proyectar sinodalmente una iglesia en salida.
Pronto se sabrá.