"Vamos a poner todas nuestras fuerzas en un nuevo mundo más justo, solidario y sostenible" Augusto Zampini: "La pandemia cambiará el orden y el sistema mundial, nuestra tarea es intentar que sea para mejor"
Entrevistamos al secretario adjunto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y miembro de la comisión interdicasterial para hacer frente a la Covid. "Esta es una oportunidad para que la Iglesia se haga más presente y acompañe al mundo en medio de tanto sufrimiento"
"Antes del estallido de la crisis, ya se advertía un escenario mundial complejo, contrario al multilateralismo y favorable a los nacionalismos, más muros y menos puentes; el riesgo es que éstos se agudicen"
"La fuerza del amor siempre es más fuerte que la del odio. Y el amor y la solidaridad son contagiosos también"
"Hoy contamos con el liderazgo de Francisco, que es muy importante, tanto que mucha gente, dentro y fuera de la Iglesia, quiere colaborar y apoyar para crear una economía que sirve y no mata"
"La fuerza del amor siempre es más fuerte que la del odio. Y el amor y la solidaridad son contagiosos también"
"Hoy contamos con el liderazgo de Francisco, que es muy importante, tanto que mucha gente, dentro y fuera de la Iglesia, quiere colaborar y apoyar para crear una economía que sirve y no mata"
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
La pandemia de coronavirus nos da la oportunidad de ver a "la Iglesia que sale, que se arremanga y se embarra, para dar esperanza, abrazando a todos,especialmente a los más pobres". Ese es el deseo de Augusto Zampini, miembro de la comisión creada por el Papa para estudiar el "día después" de la pandemia, quien en entrevista con RD convoca a "poner todas nuestras fuerzas en un nuevo mundo más justo, solidario y sostenible".
¿Cómo ha reaccionado el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral a esta pandemia?
AZ: Bajo el auspicio del Santo Padre y el liderazgo del Cardenal Turkson, el Dicasterio ha creado la Comisión Vaticana COVID-19 para responder, desde nuestra fe y tradición social a la pandemia, y también para anticipar las consecuencia socio-económicas y político-culturales. La comisión, que es multidisciplinar y en la cual trabajan distintos organismos de la Santa Sede,está compuesta por cinco grupos de trabajo.
El primer grupo, en colaboración con Caritas Internationalis, interactúa con las iglesias locales para entender cómo están reaccionando y cuáles son sus necesidades más urgentes, proporcionando algún gesto simbólico de caridad en nombre de la Santa Sede. El Grupo de Trabajo 2 se ocupa del análisis sobre el mundo post-Covid-19, teniendo en cuenta la dimensión ecológica, económica (particularente el trabajo), los sistemas de salud, y la seguridad (nacional, cibernética y alimentaria), y alimenta a los demás grupos con su reflexión y líneas de acción concretas. Este grupo colabora con las Academias Pontificias para la Vida y para las Ciencias junto con diversas organizaciones y expertos que ya cooperan con el Dicasterio. El tercer grupo, coordinado por el Dicasterio para la Comunicación, se ocupa de informar sobre la labor de la comisión. El cuarto grupo, coordinado por la Secretaría de Estado,se ocupa de las relaciones con los países y los organismos internacionales. El quinto grupo se encarga de buscar financiación para apoyar el trabajo de la Comisión y la ayuda a las iglesias locales.
Estamos trabajando contra reloj en el estudio y elaboración de propuestas concretaspara ayudar a mitigar las consecuencias más urgentes de la pandemia y a configurar el post-COVID, futuro que se inicia ahora y estará condicionado por las decisiones que tomemos hoy. Queremos ayudar a todos los que toman decisiones, para poder juntos construir un mundo más sano, con gente sana, instituciones sanas y un planeta sano.
¿Cree que es una oportunidad global para poner en práctica esa "Iglesia en salida" que reclama el papa Francisco?
AZ: Sí, esta es una oportunidad para que la Iglesia se haga más presente y acompañe al mundo en medio de tanto sufrimiento.Es la Iglesia que sale, que se arremanga y se embarra, para dar esperanza, abrazando a todos,especialmente a los más pobres. Tal como afirma el Santo Padre en Querida Amazonia, la Iglesia no debe recluirse dentro de su propia identidad ni temerle a la interacción intercultural y religiosa o a la conversión eclesial que éstas puedan producir. Hoy queremos ayudar a afrontar y superar esta multiplicidad de crisis, la sanitaria, la económico-social y la político-cultural, con nuestra fe y lo mejor de nuestra tradición, pero junto a la ciencia, a movimientos sociales y organismos públicos de todo el mundo. La pandemia es terrible, pero trae consigo una oportunidad para construir una sociedad más inclusiva, pacífica y sostenible.
Más allá de las consecuencias tremendas en términos sanitarios, el mundo del trabajo sufrirá también consecuencias que, en forma momentánea, la OIT estimó en el equivalente a la pérdida de 195 millones de puestos de trabajo en el mundo. ¿Cuáles son las líneas de acción que puede asumir el Dicasterio en esa dirección?
AZ: Las líneas que propone la Comisión en estudios y análisis serios, y van desde sugerencias a organismos internacionales o naciones, hasta pautas de acción para la Iglesia, siempre considerando las particularidades de cada región del planeta. El grupo de economía actualmente está trabajando sobre la temática del trabajo, analizándolo desde diversos ángulos. Partimos de quiénes son los grupos más vulnerables y afectados por la crisis del Coronoavirus, y entonces estudiamos qué herramientas –en materia financiera y provisión de servicios, por ejemplo - se pueden poner a su disposición para superar la pandemia, como la reducción o condonación de deudas o algún mecanismo de salario básico universal.
Pero el grupo también trabaja sobre el problema sistémico de la economía acutal, como la desigualdad, o una economía basada en valoraciones financieras alejadas de valores sociales, o una economía que fomenta un crecimiento irresponsablemente dañino para el medio ambiente, hipotecando el futuro de todos. La recuperación de la pandemia debe incluir la generación de empleo, por supuesto, pero es tiempo que generemos empleo que sea “generativo” de vida, de vida digna para quienes trabajan, de vida sana para el resto y para la creación. Y se puede. Nada de dejarnos vencer por la tentación de creer que esto es utópico. Estudios científicos, económicos, y socio-políticos demuestran que se puede. Hay además iniciativas concretas. Sólo se requiere juntar fuerzas para despertarnos de esta pesadilla del coronavirus y poner todas nuestras fuerzas en un nuevo mundo más justo, solidario y sostenible
En el mundo afloran tanto reacciones de solidaridad entre países, con envíos de ayuda humanitaria a veces de un continente a otro, con otras posturas más del estilo "sálvese quien pueda". Según su opinión, ¿tenemos que pensar en que la post-pandemia producirá más reacciones de solidaridad o fomentará la construcción de más puentes que muros?
AZ: Indudablemente, la pandemia del COVID-19 cambiará el orden y el sistema mundial. Nuestra tarea es intentar que sea para mejor. Antes del estallido de la crisis, ya se advertía un escenario mundial complejo, contrario al multilateralismo y favorable a los nacionalismos, más muros y menos puentes; el riesgo es que éstos se agudicen.
Es cierto que en una crisis siempre sale lo peor y lo mejor de nosotros. Estamos siendo testigos de muchísimos gestos de solidaridad, tanto de personas como de organizaciones y países. Mucha gente, con la distancia social, está descubriendo cuánto necesitamos de nuestras relaciones. La gente está más pendiente de sus vecinos que viven solos, de los ancianos que no pueden ir a hacer sus compras, de aquellos que trabajan por nosotros para mantener nuestra sociedad funcionando, especialmente los trabajadores de la salud. Muchos otros están redescubriendo el valor de la naturaleza, aún los que viven en grandes ciudades -escuchamos los cantos de los pájaros, respiramos aire más puro, vemos pequeños animale retornar sin miedo. Países enteros han preferido priorizar la salud de sus ciudadanos por sobre otros valores, algo muy noble.
Todos estos gestos nos dan esperanza, no hay que menospreciarlos. La fuerza del amor siempre es más fuerte que la del odio. Y el amor y la solidaridad son contagiosos también. Como dijo el Papa en su mensaje de Pascua, este no es el momento para la indiferencia, la división, el egoísmo o el olvido, porque el mundo entero está sufriendo y debemos mantenernos unidos para poder afrontar esta crisis. De aquí no salimos si no es juntos.
La pandemia de coronavirus encuentra al Dicasterio en medio de una importante producción teórica, acumulada tras las experiencias en Davos y otros foros, y de cara al encuentro sobre "Economía de Francisco" que se iba a realizar en Asís en marzo. En relación también con la pregunta anterior, ¿piensa que la pandemia generará una oportunidad de pensar en concretizar algunos de esos planteos?
AZ: Claro, la pandemia ha revelado las debilidades y desigualdades inherentes en nuestras estructuras sociales y económicas de las cuales se han hablado reiteradamente en foros como los mencionados, lo cual aumenta nuestra urgencia para erradicarlos. Como dijo el Papa en su mensaje del 27 de marzo, “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”. En Davos 2020 se habló mucho del paso de una economía de “shareholders” (accionistas en busca de dividendos) a una de “stakeholders” (un crecimiento que tenga en cuenta a todos los agentes afectados por una actividad económica determinada). Se habló mucho de la transición energética, de una economía basada en combustibles fósiles a una basada en energía renovable. Ahora es tiempo de ayudar a que estos “pasos” o transiciones ocurran. Es tiempo de más acción y menos discusiones; es tiempo de iniciar esta década de cambio sistémico y radical, para el bien de la humanidad y de las generaciones que nos siguen. Los jóvenes que iban a venir a la Economía de Francesco están trabajando a full en estos temas, aportando sus ideas y su pasión para una economía inclusiva y respetuosa de la Casa Común.
A raíz del liderazgo moral que ejerce el papa Francisco en el mundo, reforzado en estos momentos según la mayoría de los analistas a partir del silencio de muchos organismos multilaterales y de bloques regionales, ¿cree que es el Vaticano un actor empoderado para sentarse a hablar 'de igual a igual' con los poderes fácticos económicos (privados, estatales o empresariales) para tratar de impulsar la "economía para servir"?
Históricamente, la Iglesia ha sido propulsora de cooperación internacional y ha ejercido cierto liderazgo moral en el mundo. Por ejemplo, el rol de la Iglesia ha ayudado a prevenir guerras (e.g. la de Argentina y Chile en los 70s), o a defender a los trabajadores explotados en la primera revolución industrial. Hoy contamos con el liderazgo de Francisco, que es muy importante, tanto que mucha gente, dentro y fuera de la Iglesia, quiere colaborar y apoyar para crear una economía que sirve y no mata. La lucha contra el virus nos ayuda a valorar la vida, y por lo tanto nuestras actitudes, instituciones y sistemas (incluyendo el económico) deben – y pueden -enfocarse en privilegiar el valor de la vida. La Comisión Vaticana para el Covid-19 ciertamente tratará de generar sinergias entre diversos actores sociales alreadedor del mundo para promover el bien común.
La pandemia, y la de algún modo "reconstrucción" que podría generar en algunas relaciones a nivel global, parece ser también una oportunidad para incorporar a todo el debate económico que vendrá, de una vez por todas, la faceta ambiental, siguiendo la línea de la "integralidad" que marca el Santo Padre desde Laudato si'. ¿Cree que es el momento de incorporar esa visión?
AZ: El tiempo que vivimos se nos presenta como una oportunidad para promover la “ecología integral” explicada en Laudato Si’, es decir, para abordar integralmente lo que está unido, los temas sociales y ambientales. La actual no es solamente una crisis de salud, sino también una crisis económica, ecológica, de seguridad -alimentaria, ciberseguridad-, y política. Y por ser una crisis integral no hay una simple solución. El único modo de abordarla es reconociendo su complejidad y por lo tanto hacerlo de manera integral. Si la respuesta al COVID no emerge desde una metodología y perspectiva integral, seguramente nos esperan más crisis similares a esta hasta que aprendamos a cuidarnos y a cuidar a nuestraCasa Común. Hay esperanza. La gente está comprendiendo que se puede vivir simplemente, y que los cambios radicales son posibles – tanto que países enteros han cerrado. También estamos comprendiendo que nuestro destino depende de la salud del ecosistema global. Una familia global sana requiere de un planeta sano. Y gente sana en un planeta sano puede diseñar o moldear instituciones sanas. A problemas nuevos, soluciones nuevas: vino nuevo odres nuevos, dice la Biblia. La ecología integral es uno de esos odres nuevos.