San Pablo Miki y sus compañeros fueron asesinados en febrero de 1597 El Papa recordó a los mártires de Nagasaki y pidió el fin de la “manipulación de las religiones”
"Vengo como peregrino a rezar, a confirmar, y también a ser confirmado por la fe de estos hermanos, que con su testimonio y entrega nos señalan el camino"
"En este lugar también nos unimos a los cristianos que en diversas partes del mundo hoy sufren y viven el martirio a causa de la fe. Mártires del siglo XXI que nos interpelan con su testimonio a que tomemos, valientemente, el camino de las bienaventuranzas"
| Hernán Reyes Alcaide, enviado especial a Tokio
En un discurso de ineludible actualidad en todo el mundo, el papa Francisco recodó hoy en Nagasaki a los 26 mártires de esa ciudad japonesa asesinados en el siglo XVI, los comparó con los que aún hoy “sufren y viven el martirio” por su fe y pidió luchar “contra toda manipulación de las religiones”.
"Vengo como peregrino a rezar, a confirmar, y también a ser confirmado por la fe de estos hermanos, que con su testimonio y entrega nos señalan el camino", planteó el pontífice al iniciar su discurso en el lugar en el que, en 1597, fueron asesinados San Pablo Miki y sus 25 mártires, iniciando así un período de casi dos siglos de dura persecución a los cristianos en Japón.
"Este santuario evoca las imágenes y los nombres de los cristianos que fueron martirizados hace muchos años, comenzando con Pablo Miki y sus compañeros, el 5 de febrero de 1597, y la multitud de otros mártires que consagraron este campo con su sufrimiento y muerte. Sin embargo, este santuario, más que de muerte, nos habla del triunfo de la vida", agregó el pontífice, desde el complejo Nishizaka Hill.
#PopeinJapan Francesco al memoriale dei martiri dí Nagasaki: “Fratelli, in questo luogo ci uniamo anche ai cristiani che in tante parti del mondo oggi soffrono e vivono il martirio a causa della fede” pic.twitter.com/A7dDale6nZ
— Andrea Tornielli (@Tornielli) November 24, 2019
Ese día, fueron asesinados tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.
Los mártires jesuitas fueron: San Pablo Miki, un japonés de familia de la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador: San Juan Goto y Santiago Kisai, dos hermanos coadjutores jesuitas. Los franciscanos eran: San Felipe de Jesús, un mexicano que había ido a misionar al Asia. San Gonzalo García que era de la India, San Francisco Blanco, San Pedro Bautista, superior de los franciscanos en el Japón y San Francisco de San Miguel.
"¡No olvidemos el amor de su entrega! Que no sea una gloriosa reliquia de gestas pasadas, bien guardada y honrada en un museo, sino memoria y fuego vivo del alma de todo apostolado en esta tierra, capaz de renovar y encender siempre el celo evangelizador"
#PopeinJapan Francesco al memoriale dei martiri dí Nagasaki: “Fratelli, in questo luogo ci uniamo anche ai cristiani che in tante parti del mondo oggi soffrono e vivono il martirio a causa della fede” pic.twitter.com/A7dDale6nZ
— Andrea Tornielli (@Tornielli) November 24, 2019
Pero Francisco no quedó en la mera evocación. Y relacionó el asesinato de los 26 mártires con la situación que viven hoy muchos en todo el mundo.
"Hermanos: En este lugar también nos unimos a los cristianos que en diversas partes del mundo hoy sufren y viven el martirio a causa de la fe. Mártires del siglo XXI que nos interpelan con su testimonio a que tomemos, valientemente, el camino de las bienaventuranzas", lamentó.
"Recemos por ellos y con ellos, y levantemos la voz para que la libertad religiosa sea garantizada para todos y en todos los rincones del planeta, y levantemos también la voz contra toda manipulación de las religiones, por políticas integristas y de división y por los sistemas de ganancia insaciables y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres", pidió, parafraseando elDocumento sobre la fraternidad humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019.
En sintonía con el lema de la visita, “Proteger toda vida”, el pontífice planteó luego: “Este lugar es ante todo un monumento que anuncia la Pascua, pues proclama que la última palabra, a pesar de todas las pruebas contrarias, no pertenece a la muerte sino a la vida”.
“No estamos llamados a la muerte sino a una Vida en plenitud; ellos lo anunciaron. Sí, aquí está la oscuridad de la muerte y el martirio, pero también se anuncia la luz de la resurrección, donde la sangre de los mártires se convierte en semilla de la vida nueva que Jesucristo, a todos, nos quiere regalar. Su testimonio nos confirma en la fe y ayuda a renovar nuestra entrega y compromiso, para vivir el discipulado misionero que sabe trabajar por una cultura, capaz de proteger y defender siempre toda vida, a través de ese “martirio” del servicio cotidiano y silencioso de todos, especialmente hacia los más necesitados”, finalizó.
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