En el segundo piso de la residencia de Casa Santa Marta hay apenas rastros de que haya ya empezado el verano europeo. La habitación en la que trabaja a toda hora la secretaría personal del Papa que tiene a cargo gestionar los centenares de mails durante el verano, continúa recibiendo y enviando mensajes sin importar que afuera el termómetro marque más de 35 grados. A pocos metros, el Papa trabaja en su escritorio, contesta uno de los correos que le dieron impreso y lo deja listo para que la respuesta se mande como un pdf con el texto manuscrito de Jorge Bergoglio. 

Después de varias designaciones fuertes de las últimas semanas (como las de los arzobispos de Madrid y Buenos Aires y la de Víctor Fernández en Doctrina de la Fe), el tiempo pontificio se enfoca estas semanas en los detalles finales de los discursos que dará primero en Portugal, a inicios de agosto, y luego en Mongolia, la primera semana de septiembre. 

Las personas que lo han encontrado en las últimas horas resaltan la fortaleza y el buen semblante de un Papa que se siente motivado por las próximas dos peregrinaciones, en especial por la del país asiático. Será un viaje de importancia crucial para el acercamiento hacia el Oriente, en especial China.

Un país que, con toda seguridad, será además nuevamente sobrevolado por el Papa: es que si bien la ruta aérea más directa a Mongolia es a través de Rusia, el bloqueo europeo a Moscú prohíbe que el avión ITA con bandera italiana surque sus cielos.

De cara a los viajes, Francisco ya prepara los textos con cuidado durante la mañana y continúa con las reuniones privadas por la tarde. En uno de esos encuentros recibió este miércoles al expresidente de Estados Unidos Bill Clinton en la planta baja de su residencia. 

Aprovecha la pausa estival para terminar de cicatrizar la herida de la intervención a la que se sometió en mayo: ha ayudado mucho que este jueves se cumplan, por ejemplo, cuatro días consecutivos sin actividades matutinas en el Palacio Apostólico. La idea, aseguran en el Vaticano, es que ese sea el ritmo de trabajo durante todo julio. 

Las audiencias generales, suspendidas durante todo el mes, se retomarán en principio el 9 de agosto, ya que el Papa tiene previsto partir hacia Lisboa el miércoles 2 por la mañana. Las temperaturas irán marcando si durante todo ese mes se hacen bajo techo, en el Aula Pablo VI, o si hay un regreso a la Plaza San Pedro recién el miércoles 6 de septiembre.

En comunicación con la secretaría de Estado, se analiza además la tanda de visitas presidenciales que se prevén para septiembre-octubre. Es la "máquina" que comanda Pietro Parolin la que tiene además un ojo puesto en dos comicios que se harán en dos países muy importantes para la geopolítica bergogliana: por un lado, las generales españoles de fin de mes; por otro lado, las primarias argentinas que a mitad de agosto decidirán los candidatos para las presidenciales de octubre.

Surge, ahí, una de las las interrogantes del verano: ¿Le harán alguna pregunta al Papa sobre el casi inexorable subidón de VOX durante la conferencia de prensa aérea al regresar de Lisboa, mientras el pontífice sobrevuele justamente España?

La pausa estival, suponen en el Vaticano, irá también "ordenando" el camino al Sínodo, del que ya esta semana se conocerá la lista de participantes. ¿Sorpresas? No parece que se vayan a dar grandes nombres, para no quitar el protagonismo a los hechos de por sí históricos que significan por un lado el voto femenino habilitado para esta ocasión y, por el otro, la amplia y abierta agenda de temas que se discutirán. Un trabajo, de todos modos, en el que ya trabaja la cúpula de la Comunicación, tras haber recibido en las ultimas horas una buena noticia de cara a los próximos tres años.