De la ciudadanía a la cuidadanía... la revolución de la ternura Acoger la vunerabilidad propia y ajena. Espiritualidad del cuidado.
Un año más el grupo diocesano de profesionales de Cristianos de acción católica se han encontrado en un fin de semana de retiro espiritual para irse abriendo a la espiritualidad cuaresmal que invita a la conversión y a creer en el Evangelio. En esta ocasión ha sido dentro de la temática trienal que tienen planteada a nivel nacional acerca del cuidado con reclamo urgente de una sociedad herida y rota. Hacia una espiritualidad el cuidado ha sido el marco del encuentro.
| Trinidad Ruiz
En las instalaciones de la Betania Franciscana de las Clarisas de Badajoz de la Dehesilla de Calamón (http://www.clarisasbadajoz.com/betania-franciscana/), hemos celebrado el pasado fin de semana (2-4 Febrero 2024) una parada Pre-Cuaresma, en clave de Ejercicios Espirituales, donde nos hemos reunido personas vinculadas al movimiento de Profesionales Cristianos (PX) acompañadas por la teóloga Rosa Ruiz Aragoneses, que además es sicóloga y responsable de investigación en el Centro de Humanización de la Salud San Camilo de Madrid.
El tema elegido se ha orientado hacia la espiritualidad del cuidado, bajo el lema “Mirando a Jesús. Claves evangélicas del Cuidado”.
En un primer momento, la ponente ha orientado la reflexión hacia la diferenciación entre interioridad, espiritualidad y religiosidad. Basándose en textos bíblicos, del magisterio de la Iglesia, y especialmente en la Encíclica Fratelli Tutti, ha descrito otros modos de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con la Creación; ha destacado la necesidad del cuidado y el bien que nos hace cuidar y cómo y por qué el cuidado humaniza; y ha desgranado las facetas de la ternura, y el significado profundo de las palabras que en griego y hebreo pueden utilizarse como sinónimos de cuidar.
Después de ese enmarque general, ha invitado a la contemplación de cuatro iconos bíblicos del cuidado, que ha ido ofreciendo en diferentes sesiones a lo largo de estos días:
- La parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37)
- El pasaje del hombre de la mano seca (Mc 3, 1-6),
- La curación del paralítico en Cafarnaún (Mc 2, 1-12)
- La unción de Jesús en Betania (Jn 12, 1-8).
Las claves ofrecidas han sido tan sugerentes como numerosas: un cuidado contracultural, un cuidado humilde, no prepotente, un cuidado celebrado y alegre. La meditación personal y el compartir los ecos de lo que más ha resonado en las vivencias de quienes estábamos presentes, nos ha ayudado a poner nombre a interpelaciones, llamadas y retos: crear redes de cuidado, visibilizar la necesidad del cuidado estructural, profesional y socioeconómico en un sentido opuesto a la cultura del descarte; el discernimiento de los momentos en que se opta por ser posadero o por ser samaritano; los cómos del cuidar (personalizando, sin invalidar, priorizando a los más débiles o vulnerables, haciéndolo en colaboración); el agradecimiento y gozo profundo al saberse parte de una red de cuidados; la aceptación de nuestra propia fragilidad como elemento de nuestra persona, que no impide que podamos ejercer el cuidado. Cuidar con ternura es una Gracia, un Don que hay que pedir al Señor y es importante para ello nutrirse de la oración personal y comunitaria. Para concretar esa Gracia, la Fe, la Esperanza y el Amor que brotan del encuentro de Dios en la propia estructura humana, son dones que elegimos acoger. Quienes compartimos ese horizonte de sentido y ese modo de amar que tiene como modelo a Jesús de Nazareth, nos percibimos agraciados por sentirnos fraternalmente unidos y llamados a invitar a creer, a romper techos para facilitar el encuentro, la salud y el cambio que lleva a “glorificar a Dios”, que no es otra cosa que el ser humano tenga Verdadera Vida.
Han sido muchos los pensamientos que han provocado estos cuatro pasajes bíblicos, y muchos los deseos de `vivir la fraternidad que se han despertado en nuestro interior. Hemos terminado poniéndolos todos en el altar, con nuestras fragilidades y flaquezas, llevándolos a una Eucaristía compartida también con los más pequeños de nuestras familias, a quienes hemos querido incorporar para, de alguna manera, transmitirles la fe.
Tras la misa dominical, hemos degustado una buena mesa, con el regalo de un día de sol precioso que hace fácil gozar de la naturaleza hermosa de esa bendita Betania. Gracias de corazón.