A vueltas con el Buda: El celo de tu casa me devora ¿Budismo en Cáceres?: Cuando el templo se hace mercado
El mayor Buda del mundo en un lugar donde no sabemos si existe algún budista. No deja de ser sorprendente en una sociedad tan secular y laica las iniciativas que desde el ámbito político y económico se despiertan en torno a lo religioso.
Traigo a vuestra consideración esta reflexión de mi compañero Casto Acedo Gómez que hoy ha sido publicada el diario regional, pero que él elaboró ya hace varios meses. Ahora vuelve a estar en el candelero este proyecto tan ambicioso como confuso y extraño.
Nada que ver con el verdadero diálogo interreligioso al que se nos invita en la actualidad y tampoco con la fraternidad universal aunque se revista de deseo de Paz.
Nada que ver con el verdadero diálogo interreligioso al que se nos invita en la actualidad y tampoco con la fraternidad universal aunque se revista de deseo de Paz.
| Casto Acedo Gómez
En los últimos días se han publicado en los medios extremeños algunas noticias sobre el complejo budista que se proyecta levantar en Cáceres. Y desde mis limitadas luces, me gustaría aclarar que es un tema que se puede desenfocar si no se sitúa debidamente en su lugar. Las polémicas en torno al proyecto no son de matiz teológico o propiamente religioso o espiritual.
Las divergencias que están surgiendo suelen ser de orden político, económico y medioambiental. Es aquí donde surgen las dudas y los inconvenientes. La obra proyectada no creo que debiera presentar dificultades si viniera de una comunidad budista que deseara implantarse en la ciudad y siguiera los mismos pasos que sigue cualquier otra confesión religiosa o escuela filosófica privada.
Pero, por lo que sabemos, la idea original no parece venir del interés de unos monjes budistas por extender sus enseñanzas; tampoco de un grupo de laicos practicantes budistas liderados por un maestro espiritual; el planteamiento con que se hace y se quiere vender el proyecto es el de hacer un Parque Temático con connotaciones religiosas y ligado a una finalidad muy concreta: atraer un turismo religioso que genere dividendos a la ciudad.
A este objetivo meramente turístico se le quiere añadir una loable tarea: la de promover la paz. ¿Quién se va a oponer objetivo tan loable? Supongo que nadie. Por tanto, el objetivo es encomiable. El problema está en los matices. Primero porque lo que se pone como base para la concienciación para la paz es la filosofía particular y concreta propia de una religión. Porque el budismo es una filosofía, pero también una religión con sus oraciones y sus ritos iniciación y de bendición, como se ha visto en las ceremonias religiosas con las que se sacralizó el monte Arropé como tierra sagrada del budismo, y como lo son las reliquias del propio Buda que se espera lleguen en su día, y los peregrinos que se desea recalen en la tierra sagrada budista de Cáceres.
De momento ni la filosofía de la paz del humanismo cristiano ni la de otras religiones tendrán su pabellón o su monasterio en el monte Arropé. Sólo el budismo. ¿Qué budismo? Esto habría que aclararlo. La Federación de Entidades Budistas de España no se siente en absoluto implicada en lo que se va a hacer en Cáceres. Sorprende, pues, la supresión de zona ZEPA y la cesión de terrenos por parte de la Junta de Extremadura para un grupo de tinte confesional que además parece sectario y apartado de la mayoría de budistas españoles.
¿Qué budismo representa la Fundación Lumbini? ¿Un budismo puramente filosófico? El peregrino lo hace más por sentimientos que por razonamientos. Pocos peregrinan para escuchar conferencias, y bastaría el ámbito universitario para dar razón de un budismo puramente intelectual. ¿Para qué una imagen, unos monjes, unas estupas, un monasterio, etc.? ¿No supone esto una opción religiosa confesional por parte de las autoridades políticas de Cáceres y Extremadura? Y no hablo de espiritualidad sino de religión. Creo que donde hay monjes, ritos, ceremonias, oraciones y maestros a los que quedan sometidos discípulos hay religión. Aunque no haya dios o dioses.
Por otro lado, si es cierto que la Junta de Extremadura sólo va a aportar al proyecto los terrenos y los 281.229,2 € que en 2021 dio de subvención directa a la Fundación Lumbini para la promoción del turismo -cantidad que triplica a la suma entregada para los mismos fines al resto de municipios de la región, que recibieron en ese año un total de 89.381,1 €-, habrá que preguntarse de dónde vendrá el dinero que financiará el proyecto y qué fines, además de los económicos, puede perseguir el capital aportado. Nadie da duros por pesetas.
En esto no se puede ser ingenuos. No basta aceptar donaciones porque sí, cerrando los ojos a la procedencia de las mismas. Sabemos que el jade que revestirá la macro estatua del Buda sedente será donado por una empresa de Myanmar, país donde, como es sabido son pisoteados los derechos humanos. Las aportaciones que vengan, ¿tendrán un exclusivo interés por lo folklórico? ¿O esconderán también un interés de lavado de imagen por parte de países o grupos budistas nada democráticos? ¿Se debe aceptar cualquier donación aunque su procedencia sea de dudoso altruismo?
Y otra cuestión; me sorprende la confianza que nuestras autoridades ponen en una Fundación que presentó el proyecto del Gran Buda en Madrid y supongo que en otras ciudades sin tener siquiera entonces existencia legal. De hecho la Fundación Lumbini Garden no existe hasta que se registra en Cáceres el 25-03-2021. Curiosamente un año escaso antes de recibir la subvención que se ha mencionado antes. ¿No es arriesgado poner en manos de una Fundación que parece improvisada y de reciente creación un proyecto de tanto peso?
Con todo lo dicho sólo pretendo mostrar mis dudas e inquietudes con respecto al proyecto. Hay cosas que no me cuadran. Hay que aclarar bien los matices económicos y la laicidad o religiosidad de lo que se vaya a hacer.
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