Extraido de "Trazos de evangeliio, trozos de vida" (PPC) "Nadie sobra en el amor y en la entrega" (Domingo XXVI)

"Nadie sobra en el amor y en la entrega"   (Domingo XXVI)
"Nadie sobra en el amor y en la entrega" (Domingo XXVI)

En el proceso de salvación se van abriendo momentos y personajes que viniendo de otros lugares y tradiciones se incorporan y colaboran en  esta historia: miembros de monarquía, viudas extranjeras, inmigrantes… Todos son válidos en orden a que las promesas avancen y se cumplan. Son bien vistos por Yahvé y animados con su espíritu.

29 de septiembre – Domingo, XXVI TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Marcos 9,38-43.45.47-48

En aquel tiempo dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros». Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a nuestro favor. Y además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al infierno. Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

La expropiación de Dios

La revelación de Dios en la historia nos muestra cómo sucede la dinámica de la promesa y el cumplimiento. Es el modo de ir animando al pueblo en la esperanza, a cada promesa cumplida se lanza una nueva que agranda y profundiza la anterior y así se va explicitando una comunicación con el pueblo que va señalando, por una parte, la linealidad de la historia que tiene dirección y proceso, a la vez que, por otra, se descubre como espacio de posible de novedad siempre alimentada por la acción amorosa del Señor. De fondo siempre la actitud salvífica del creador y salvador.

El joven mártir musulmán en el icono de los mártires de Argelia

Estoy leyendo el texto evangélico para este domingo el mismo día que me llega esta noticia y no puedo dejar de introducirla en mi cuaderno de vida. Tengo la satisfacción de trabajar en el diálogo interreligioso en mi diócesis y compartir tarea y momentos con el imán Adel, me alegra saber este hecho de martirio de sangre fundidas, la fuerza del amor y la fraternidad.

Mohamed, el joven mártir musulmán de 21 años que mezcló su sangre con la de Monseñor Pierre Claverie. Por eso Mohamed, siendo musulmán, figura en el icono oficial de los 19 mártires de Argelia, y junto a un minarete de una mezquita. Aquí entra por fin la historia de Mohamed Bouchikhi, cuyo rostro amable y brazos extendidos me invitan a entrar cada vez que medito en el icono donde se encuentra. Mohamed creció viviendo junto al presbiterio de la iglesia, donde trabó amistad con el párroco y las religiosas. De joven se ofrecía voluntario para servir a la iglesia en todo lo que podía.

Cuando se hizo mayor, a Mohamed le gustaba especialmente hacer recados conduciendo el Peugeot blanco de la iglesia. A veces recogía al obispo Pierre de sus reuniones, a pesar del creciente peligro. Pérennès me cuenta que el obispo Pierre había estado recibiendo amenazas, por lo que, en una ocasión, preocupado por la seguridad de Mohamed, le pidió que considerara dejar de ayudarle. Al parecer, la pregunta molestó a Mohamed. Pierre, por su parte, le dijo a un amigo suyo que "si es sólo por uno como Mohamed, es razón suficiente para quedarse".

La fatídica noche del 1 de agosto de 1996, Mohamed fue en coche a encontrarse con el obispo Pierre al aeropuerto. La explosión de la bomba al llegar a su residencia les alcanzó a ambos a la vez, y su sangre se mezcló en el suelo. Más tarde se descubrió que Mohamed había grabado su propio testamento en un cuaderno, preparándose para ese momento:

"Bismillah, al-Rahman, al-Rahim. En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo.

Antes de coger mi pluma, os digo: La paz sea con vosotros. Doy las gracias a quienes leerán mi diario, y digo a cada uno de los que he conocido en mi vida que les estoy agradecido. Serán recompensados por Dios en el Último Día. Me despido de aquellos a quienes he hecho daño, les pido perdón. Y que aquellos que me han perdonado encuentren el perdón en el Día del Juicio Final. Perdonadme por cada vez que una mala palabra haya salido de mis labios, y pido a todos mis amigos que me perdonen a causa de mi juventud. Sin embargo, en este día en que os escribo, recuerdo el bien que he hecho en mi vida. Que Dios, con todo su poder, me ayude a entregarme a Él y me conceda su ternura."

Cristo universal

La universalidad a la que estamos llamados en Cristo no llega por el poder que podamos tener y el convencimiento de los que nos rodean, sino por la entrega universal de este judío de Nazaret, que da su vida por todos. No hemos sido llamados para ganar adeptos y vencer a los otros, sino para encontrarnos en el camino del Reino y en la preparación de la plenitud que nos aguarda en el amor definitivo del único y todopoderoso Señor de cielos y tierra.

La configuración de la fe y de la comunidad en la sangre de la alianza supone una nueva comprensión de la fraternidad universal. No hay reserva ni exclusión en la encarnación, vida, pasión y muerte de Cristo, él ha venido para que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y se salven. Todo paso dado en la verdad que opera bien para los otros pertenece al Reino y su construcción.

Jesús de Nazaret rompe puertas cerradas y las abre a la luz del Espíritu, que él mismo ha recibido de lo alto en su bautismo entre los pecadores. Los botones evangélicos de muestra no dejan lugar a dudas: la samaritana a la que le pide agua, la viuda que se acerca su mesa y le pide las migajas, el centurión que no es digno de recibirlo en su casa y sin embargo tiene fe como los mejores de Israel. Él mismo, conducido, por el espíritu en los hechos de la vida descubre esa llamada a la universalidad, que tanto le había costado entender a su pueblo, llamado a ser luz de las naciones.

La Iglesia primitiva, iluminada por estos hechos de vida de Jesús, tiene que saltar esa frontera para que pueda emerger el nuevo pueblo de Dios, el que ha de llegar hasta los confines de la tierra no para que se sometan todos los pueblos, sino para que todos se salven y caminemos juntos en la dirección de una fraternidad universal y plena. Pablo y Pedro tuvieron que arreglar asuntos enraizados en la historia de la salvación y en el acontecimiento de Cristo, su muerte y su resurrección que alcanza a toda la creación.

El tiempo que nos ha tocado vivir es momento oportuno para desarrollar esta apertura de encuentro con todos los hombres de buena voluntad y de todas las religiones, para caminar por las sendas de la dignidad, la justicia, la paz, la ecología integral. Es un momento de gracia y de verdad, todo lo que hagamos en el camino de compartir y de comulgar con la vida y los sufrimientos de lo humano, será para gloria de Dios y salvación para todo hombre. La llamada que nos hace el papa Francisco en Fratelli Tutti no es mensaje de moda o de conveniencia, ni siquiera de necesidad, sino que nace de la fuente de la sangre de la alianza universal y eterna que nos ha sido dada en Cristo. Cada Eucaristía celebrada nos está llamando a la universalidad del amor y a la confraternización incluso en el martirio de los que son fraternos más allá de fronteras y religiones. Nunca podremos olvidar el cartel que presidió la cruz de nuestro Señor y la pluralidad de lenguas en que aparecía la proclamación de su reinado. Él es de todos, no tiene límites desde su identidad de Hijo amado del Padre y creador. Él es alfa y omega, principio y fin.

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