La oración sin desánimo de la pobre viuda Oración y justicia: la imagen de Dios

Apuntes homiléticos para el XXIX Domingo del Tiempo ordinario: 

Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar.

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ORACIÓN Y JUSTICIA: “La imagen de Dios”

Las imágenes de lo divino y de lo humano

A lo largo de la vida vamos construyendo imágenes desde las que nos explicamos y nos relacionamos, tanto con nosotros mismos, como con los demás, la realidad y también con el propio Dios. La cuestión de la imagen es fundamental para nuestro modo de ser y estar en el mundo y con los demás. Y marca también nuestra oración, nuestro modo de relación con Dios, y por lo mismo nuestra fe, nuestro modo de vivir y ser.

Hoy el evangelio nos invita a revisar nuestra imagen de Dios, para poder también interpelarnos sobre la propia imagen que tenemos de nosotros mismos como cristianos, a la vez que nuestro modo de mirar la imagen de los que nos rodean. Para ello usa una tensión dialéctica desde la comparación con un juez injusto y una pobre mujer, desfavorecida, que vive como víctima de la injusticia. Alguien que tiene sed de justicia y grita desde su dolor y su humillación.

El fuerte y el débil

Lanza una interpelación directa y clara. Ante la dejadez, comodidad y pereza de un juez con poder, se impone el grito constante y comprometido de una pobre y débil mujer. Es la constante propia del hilo de la historia de la salvación, del proceso del pueblo de Israel, del compromiso de los profetas, de la esperanza de los pobres y lo sencillos que se hace fuerte en la adversidad, y por ellos viene el cambio y la salvación de sus esclavitudes y sufrimientos, aunque ellos mismos no logren ver el éxito.

Dios es una viuda pobre

Lucas presenta a Dios en contraste con esta situación, para proclamar con firmeza que Dios no está con este juez, ni con sus modos, sino que es el extremo opuesto, su bondad y misericordia le presentan como el Dios de los pobres y los sencillos. Él se identifica con la viuda de la parábola y se pone de su parte. Cristo es la sentencia del Padre para la súplica de los crucificados de la historia. Lo es desde su oración y su dolor, porque él a gritos y con lágrimas -solidario con toda la humanidad sufriente de la historia- ha rogado al Padre que le libre de la injusticia, de un cáliz lleno de sangre y de juicios en contra de los últimos. Su propia vida, modo de pensar, de actuar y de sentir se identifica con la viuda, pidiendo por la humanidad con coherencia y autenticidad. No hay situación humana sufriente y débil con la que no se identifique él: “porque tuve hambre, sed, peregrino, cárcel…” Así se presenta y se ofrece ante el Padre en la cruz.

Resurrección y justicia

Así en Cristo se nos muestra la compasión de Dios, su compromiso y oración unidos, pide y se da radicalmente a los hermanos. Por eso Dios le hizo justicia y “le exaltó y le dio el nombre sobre todo nombre…”. La resurrección es la clave de comprensión de la fecundidad de la encarnación comprometida y orante. Dios hace justicia a la vida, Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte. La última palabra y sentencia del Padre es la vida en la justicia plena del Reino de Dios, por eso en nuestro horizonte no debe haber otra búsqueda que el Reino de Dios y su justicia, porque todo lo demás se nos dará por añadidura.

¿Es esta nuestra imagen de Dios, la vemos en el dolor, oración y coherencia de la viuda? ¿lo descubrimos en todos los signos de justicia que hoy van ganando a la injusticia y al sufrimiento? ¿nuestra oración y nuestro compromiso en favor de la justicia van unidos, son un mismo grito? ¿Qué imagen de persona y de cristiano es la que me identifica, la viuda o el juez? ¿Cómo miro y descubro a los demás, desde el dolor y la compasión -viuda- o desde la comodidad, la indiferencia y la pereza -juez-?

ORACIÓN DE FIELES

Iluminados por la palabra nos abrimos al Padre deseando compartir los sentimientos de Cristo, para orar y amar como él:

Señor, tú quieres una Iglesia, sacramento de Cristo que ilumine y presente tu evangelio desde el compromiso por la justicia. Ayúdanos a unir fe y vida.

R.: Que tu justicia Señor, brille entre nosotros

Señor, tú quieres un mundo de fraternidad y dignidad, infunde tu espíritu en todos los que han de ejercer justicia en la política, la economía, lo jurisprudencia. Que la verdad acompañe sus vidas y sus decisiones.

R.: Que tu justicia Señor, brille entre nosotros

Señor, tú quieres darnos tu sencillez y tu entrega, ayúdanos a saber situarnos en la historia desde la compasión, atentos a los más débiles y a los que sufren las consecuencias de la injusticia.

R.: Que tu justicia Señor, brille entre nosotros

Señor, enséñanos a orar, que nuestra oración sea lectura creyente de la vida, que sepamos verte y sentirte en la historia de cada día. Danos tu palabra para entender tu reino y animar nuestro compromiso por su justicia.

R.: Que tu justicia Señor, brille entre nosotros

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