"Sembrar amor, a recorrer confiados el camino del diálogo, a seguir manifestando vuestra bondad y amabilidad con la sonrisa típica que los caracteriza, para ser constructores de unidad y de paz. Y así difundirán el perfume de la esperanza en su entorno"

"Hermanos y hermanas, no olvidemos esto: la primera tarea del discípulo no es la de vestir el hábito de una religiosidad exteriormente perfecta, ni de hacer cosas extraordinarias o dedicarse a grandes proyectos"

"Sean constructores de esperanza, de esa esperanza del Evangelio que no defrauda y que nos abre a la alegría que no tiene fin"

"También a nosotros, con la fuerza abrasante de su Palabra, el Señor nos pide ir mar adentro, alejándonos de las orillas pantanosas de los malos hábitos, de los miedos y de las mediocridades, para atrevernos a emprender una nueva vida"

El adiós papal: Queridos hermanos y hermanas, que Dios los bendiga y los haga crecer y perseverar en la paz y en el amor fraterno"

"No se cansen de zarpar y echar las redes, no se cansen de soñar y de seguir construyendo una civilización de paz. Atrévanse siempre a soñar en la fraternidad". El Papa Francisco cerró la primera etapa de su viaje a Asia y Oceanía con una multitudinaria Eucaristía en el estadio Gelora Bung Karno de Yakarta, ante unas 70.000 personas (más otras 22.000 en un estadio cercano), en la que animó al pueblo indonesio, y en especial, a los católicos del país, a "sembrar amor, a recorrer confiados el camino del diálogo, a seguir manifestando vuestra bondad y amabilidad con la sonrisa típica que los caracteriza, para ser constructores de unidad y de paz. Y así difundirán el perfume de la esperanza en su entorno".

El viaje de tus sueños, con RD

"Este es el deseo expresado recientemente por los obispos del país, y es el deseo que yo también quiero dirigir a todo el pueblo indonesio: caminen juntos por el bien de la Iglesia y de la sociedad. Sean constructores de esperanza, de esa esperanza del Evangelio que no defrauda y que nos abre a la alegría que no tiene fin", concluyó el Papa su homilía, en la que animó a los feligreses a vivir dos actitudes fundamentales para un cristiano: "escuchar la Palabra y vivir la Palabra".

Homilía del Papa en Yakarta
Homilía del Papa en Yakarta

Primero escuchar, "porque todo nace de la escucha", pero después "vivir la Palabra recibida, para no ser oyentes superficiales que se engañan a sí mismos, para no arriesgarnos a escuchar sólo con los oídos sin que la semilla de la Palabra llegue al corazón y cambie nuestro modo de pensar, de sentir y de actuar".

Escuchar la Palabra y que se haga vida

Porque, en definitiva, "la Palabra que se nos da y que escuchamos tiene que hacerse vida, transformar la vida, encarnarse en nuestra vida".

Evocando el pasaje del Evangelio de la multitud siguiendo a Jesús, Francisco recordó cómo esos hombres y mujeres "lo buscaban, tenían hambre y sed de la Palabra del Señor y la oyeron resonar en las palabras de Jesús". Y es que, añadió, "el corazón del hombre está siempre en búsqueda de una verdad que sea capaz de alimentar y saciar su deseo de felicidad", porque "no podemos conformarnos sólo con las palabras humanas, con los criterios de este mundo o con sus juicios mundanos".

"Necesitamos siempre una luz que venga de lo alto para iluminar nuestro camino, un agua viva que pueda calmar la sed de los desiertos del alma, un consuelo que no defrauda porque proviene del cielo y no de las cosas efímeras del mundo", proclamó. "En medio del aturdimiento y la vanidad de las palabras humanas, necesitamos la Palabra de Dios, la única que sirve de brújula en nuestro camino, la única que, frente a tantas heridas y pérdidas, es capaz de devolvernos al significado auténtico de la vida".

Misa papal en Yakarta
Misa papal en Yakarta

"Hermanos y hermanas, no olvidemos esto: la primera tarea del discípulo no es la de vestir el hábito de una religiosidad exteriormente perfecta, ni de hacer cosas extraordinarias o dedicarse a grandes proyectos", señaló el Papa. "El primer paso consiste en saber ponerse a la escucha de la única Palabra que salva, la de Jesús", acogiendo "humildemente a Jesús en la barca de nuestra existencia, cuando le hacemos un espacio, cuando nos ponemos a la escucha de su Palabra y dejamos que esta nos interpele, nos agite y nos cambie".

"En medio del aturdimiento y la vanidad de las palabras humanas, necesitamos la Palabra de Dios, la única que sirve de brújula en nuestro camino, la única que, frente a tantas heridas y pérdidas, es capaz de devolvernos al significado auténtico de la vida"

Al tiempo, resumió el Papa, "la Palabra del Señor nos pide que la encarnemos concretamente en nosotros, por eso estamos llamados a vivir la Palabra". Como hizo Jesús en la barca, exhortando a Pedro a "a asumir el riesgo de apostar por esa Palabra: «Navega mar adentro, y echen las redes»". Porque "la Palabra del Señor no puede permanecer como una bonita idea abstracta, o suscitar sólo la emoción del momento, más bien nos pide que cambiemos nuestra mirada, que nos dejemos transformar el corazón a imagen del de Cristo; nos llama a echar con valentía las redes del Evangelio en medio del mar del mundo, “corriendo el riesgo” de vivir el amor que Él nos ha enseñado y ha vivido primero".

Miles de fieles esperaban al Papa
Miles de fieles esperaban al Papa

"También a nosotros, con la fuerza abrasante de su Palabra, el Señor nos pide ir mar adentro, alejándonos de las orillas pantanosas de los malos hábitos, de los miedos y de las mediocridades, para atrevernos a emprender una nueva vida", glosó el Papa, quien admitió que "nunca faltan los obstáculos y las excusas para decir que no". Como Pedro que, pese a todo, echó las redes. Y surgió el milagro de la barca llena de pescados.

"También a nosotros, con la fuerza abrasante de su Palabra, el Señor nos pide ir mar adentro, alejándonos de las orillas pantanosas de los malos hábitos, de los miedos y de las mediocridades, para atrevernos a emprender una nueva vida"

"Hermanos y hermanas, frente a las numerosas ocupaciones de nuestra vida cotidiana; ante la llamada, que todos sentimos, de construir una sociedad más justa, de avanzar en el camino de la paz y del diálogo —llamada que aquí en Indonesia se ha propuesto desde hace tiempo—, a veces podemos sentirnos insuficientes, sentir el peso de tanto compromiso que no siempre da los frutos esperados o de nuestros errores que parecen frenar el camino", advirtió Francisco. "Pero con la misma humildad y la misma fe de Pedro, también a nosotros se nos pide que no permanezcamos encerrados en nuestros fracasos y, en vez de permanecer con nuestra mirada fija en nuestras redes vacías, miremos a Jesús y confiemos en Él".

Recordando a santa Teresa de Calcuta, "cuya memoria hoy celebramos", Francisco recordó cómo "incansablemente cuidó a los más pobres y se hizo promotora de la paz y del diálogo", con una frase que hizo suya: "Cuando no tengamos nada que dar, demos ese nada. Y recuerda: aunque no tengas nada que cosechar, no te canses nunca de sembrar".  

Cuando no tengamos nada que dar, demos ese nada. Y recuerda: aunque no tengas nada que cosechar, no te canses nunca de sembrar

Al término de la misa, el Papa agradeció "al cardenal Ignatius, como también al Presidente de la Conferencia Episcopal y a los demás pastores de la Iglesia en Indonesia, que junto con los presbíteros y diáconos sirven al pueblo santo de Dios en este gran país".

"Le doy las gracias a las religiosas, a los religiosos y a todos los voluntarios; y con mucho afecto a los ancianos, a los enfermos y a cuantos sufren, que han ofrecido sus oraciones", añadió Francisco. "Mi visita en medio de ustedes llega a su fin y quiero expresar mi gozosa gratitud por la exquisita acogida que me han brindado. La renuevo al señor Presidente de la República, a las demás autoridades civiles y a las fuerzas del orden, y la hago extensiva a todo el pueblo indonesio", finalizó el Papa, quien se despidió así de Indonesia: "Queridos hermanos y hermanas, que Dios los bendiga y los haga crecer y perseverar en la paz y en el amor fraterno".

Decenas de miles de fieles, junto al Papa en Yakarta

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