Extraido de "Trazos de evangeliio, trozos de vida" (PPC) ¿Sabéis lo que pedis... Sabemos lo que realmente queremos?
El verano nos propicia poder estar más con la familia y sobre todo con los pequeños. A los que somos solteros, con edad, nos sorprende la dificultad que hoy tienen los padres para educarlos en caminos y normas de cierto equlibrio emocional y con criterios de cuidado y coherencia. Los he visto con frustraciones y manifestaciones de gran duelo por cosas bastante pequeñas en mi valoración. Ellos piden y no resisten una contrariedad mínima a lo que es su santa voluntad y ejercen un poder de pataleo muy fuerte. No es que los mayores lo tengamos todo equilibrado pensaba yo, pero si lo disimulamos mucho mejor. No es tan fácil saber lo que pedimos y lo que queremos. A Santiago también le ocurría lo mismo según cuentan los evangelios...
| José Moreno Losada
Mateo 20,20-28
En aquel tiempo se acercaron a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con ellos y se puso de rodillas para pedirle algo. Él dijo: «¿Qué quieres?». Ella dijo: «Di que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu reino». Jesús respondió: «No sabéis lo que pedís. ¿Podréis beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: «Podemos». Jesús les dijo: «Beberéis, ciertamente, mi cáliz; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo; es para quienes ha sido reservado por mi Padre». Los otros diez, al oír esto, se indignaron contra los dos hermanos. Jesús los llamó y les dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. Entre vosotros no debe ser así, sino que, si alguno de vosotros quiere ser grande, que sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos; de la misma manera que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida por la liberación de todos.
Saber lo que pedimos
La sed de Dios es la marca de las criaturas que han sido fecundadas por su amor. Nada puede satisfacer las expectativas de lo divino que hay en cada uno de nosotros. Hemos sido creados para el amor más puro y celestial, nada nos podrá llenar que no sea de la calidad del cáliz de la vida. Jesús el hombre fiel, el hijo obediente del Padre, ha bebido en la fuente del amor fundante y tiene la sabiduría de los que han encontrado la verdad y la vida. Él sabe pedir: “que no se haga mi voluntad sino la tuya” y nos invita a aprender a pedir: “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.
Mi calle vacía, llena de sueños
Recuerdo como la víspera de Epifanía amanecía con el sabor esperanzado de un día que sabe a sueños, magia e ilusión, que tiene ojos brillantes y sonrisa amplia, mucha inocencia y todo es esperanza sentida y preñada de colores y sentimientos, que no se esconden y que llegan a extasiar al que los siente y al que los contempla. Así lo relataba en mi cuaderno.
He bajado a la calle y me he dirigido a tomar café y media de cachuela –hoy excepción a tono con el día-, y he visto mi calle, más bien la trasera de la misma. La he contemplado desocupada, sin ningún coche, solo es asfalto y las barreras municipales para que nadie ocupe un lugar que debe estar preparado para algo nuevo, que requiere una preparación desnuda y con aire de cierta radicalidad. Vacía para ser ocupada, silenciosa para ser grito, sola para ser compañía y multitud, aparente tristeza para llenarse de ilusión y magia, tranquilidad para ser alboroto, desierta para ser paraíso, monótona para ser sinfonía, fría para ser calor… He colgado la foto en Facebook y he pedido que me digan que sugiere, y en seguida Ana – amiga anatomopatóloga- ha hecho el diagnóstico: “Cabalgata de Reyes”. Donde se podía haber leído avería, accidente, obras, peligro…ella ha visto la alegría y la esperanza de la luz y el color de la epifanía.
Sí, mi calle, sencilla y última, llena de lo diario, frontera del polígono, pegada a la estación de tren y de las barriadas más sencillas de Badajoz – Gurugú, Uva, Colorines- hoy será punto de partida y entrada de la cabalgata de los Reyes Magos en la ciudad de Badajoz.
Por eso nos hemos desocupado, vaciado, entregado lo diario y lo sencillo, en aras de lo imaginativo, lo luminoso, lo soñado, querido, esperado, preñado… en mi camino mañanero pensaba en el evangelio y en la fiesta de los reyes: “Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá, buscad y encontraréis…”. Mientras desayunaba, tras leer el periódico, me preguntaba qué pido, a qué llamo y me siento llamado, qué busco y qué buscan los que me rodean; desde allí mismo, comparto sentimientos a través del Wasap con grupos que jóvenes que acompaño, universitarios y profesionales, y les lanzo la pregunta: ¿qué pedimos como grupo en este día…qué carta a los reyes…?
Enseguida he recibido respuestas que os transcribo: los estudiantes piden: ilusión por lo que cada uno hace, paciencia, alegría, fuerza de voluntad, seguridad, compromiso, confianza, compañerismo, solidaridad, esperanza, energía… nada de dinero, ni currículum…; los jóvenes profesionales: fraternidad y pasión en nuestras profesiones, solidaridad, cariño, ternura y un mundo sin malicia ni envidia, paz y amor, y Carlos rompe lanzas sintetizando y dice: aunque son tiempos para pedir, deseo que todos demos más amor, paz, solidaridad, ternura, bienestar, adiós a las envidias y malicias…pues como pidamos mucho y no demos nada, mal asunto.
¿Seréis capaces de beber el cáliz que yo he de beber?
Y ahora unidos al maestro, que nos enseña a orar, y que nos avisa de que no sabemos hacerlo bien, recogido en la oración, yo también suplico, orientado por todos ante el Padre, y me atrevo a desear el don de la pobreza. Creo que es a lo que debemos aspirar en esta situación de crisis en todos los sentidos. Deseo ser como la calle, desocupada y libre, para que pueda entrar la ilusión, la luz, la alegría, la esperanza, la comunidad… pobres para ser auténticos, estar liberados, crear libertad, y ser ricos en el espíritu. Lo dice el evangelio, “es que un padre, aunque sea malo, si un hijo le pide pan le va a dar una piedra…cuánto más vuestro padre del cielo dará el Espíritu a los que se lo pidan”.
Hoy nuestra petición ha de ser atrevida para nosotros, nuestra iglesia y nuestra sociedad, haznos auténticamente pobres, Padre, para que pueda entrar tu Espíritu con todos sus dones, y la calle de nuestra vida y de nuestra humanidad se llene de tu vida, de tu gracia, y ahí se fundamente la nueva sociedad que necesitamos, el verdadero rostro de iglesia que soñamos, y los cristianos y ciudadanos que nosotros queremos y necesitamos ser.
Danos en la crisis la soltura de los enamorados. Desocúpanos de todas nuestras ansiedades y preocupaciones- seguridades, miedos, perezas, competitividad ,consumismo, posesiones, currículo, poder, dinero, imagen, ataduras al fin y al cabo…-, para que descubramos que cada día tiene su afán, y que lo que realmente merece la pena es la preocupación por el Reino y su Justicia – fraternidad, participación, ciudadanía, entrega, bienser, igualdad, justicia, compromiso, cercanía, ternura, compasión, perdón, obras de misericordia-, porque si bebemos su cáliz en nuestra vida, todo lo demás se nos dará por añadidura. Y no olvidemos que si dos o tres se reúnen en su nombre y piden el reino el Padre escucha, así que pidamos unidos la riqueza de la pobreza, y desocupemos nuestra calle personal que ya viene “el que siendo rico se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza”. Para acabar con la pobreza, pidamos el don de una Iglesia sencilla, de comunidades caminantes, de peregrinos que van solo con lo puesto en la confianza del Padre.