Extraido de "Trazos de evangeliio, trozos de vida" (PPC) El baile de la bondad. Domingo XXIII
He bailado muchas veces en la vida y espero poder seguir haciéndolo siempre, Dios mediante. Un baile muy especial fue con Fermina en el centro hermano, con la mejor música, con la mayor alegría, con profundidad y con la belleza de una mujer que comenzaba a hacerse bien a ella misma, a creer en su persona y a soñar... Todo lo estaba comenzando a hacer bien. Todo un sueño de bondad esperada y amada. Ojalá su baile de bondad y esperanza no se acabe. Hace unos días vino a hablar conmigo en la Parroquia, era un reto para ella, hablar de sí misma con alguien.
| José Moreno Losada
Domingo, XXIII TIEMPO ORDINARIO
Evangelio: Marcos 7,31-37
En aquel tiempo dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron a un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Todo lo ha hecho bien
Y vio Dios que era bueno. Nunca nos cansamos de esta letanía de bondad que atraviesa toda la creación y es magnificada en el hombre. Esa mirada y exclamación bondadosa divina ante las criaturas nace de la bondad del propio creador, que no sólo da la vida, sino que la ama y la ve con bondad. La humanidad siempre ha caminado con la mirada bondadosa de Dios y cuando toma conciencia de este sentido y de deja embargar por él, entonces proclama las alabanzas y bendice como él ha sido bendecido.
Se trata del juicio salvífico que siempre está en las entrañas de la historia protagonizado por Dios en un respeto total a la realidad creada y puesta en manos del hombre. Esta metafísica trascendente del ser hace de los cielos y de la tierra un lugar abierto, espacio de libertad para el encuentro de las voluntades sin forzamiento, entre lo divino y lo humano en el marco de lo terreno. Creación y salvación se complementan y se explican con la dinámica del que todo lo hace bien. El pecado encierra, oscurece y oculta la verdad del bien, impide la escucha de la sinfonía de la gratuidad y enmudece las palabras que son generosidad y de amor verdadero.
Hecho de vida
Fermina quiso venir a hablar conmigo en la Parroquia. Ella lleva tiempo siendo usuaria en el centro hermano. Llegó allí destrozada por la vida. Hoy estaba haciendo un gran esfuerzo para venir porque eso nunca lo había hecho ella, quedar con alguien fuera en la calle, para hablar sin más, de ella y sus ilusiones, miedos, esperanzas. Le manifesté mi alegría de que hubiera querido venir y expresé que la veía muy bien, incluido el estético, estaba guapa y cuidada. Me lo agradeció sonrojándose.
Tiene unos cincuenta años y lleva atada a la droga y a todo lo que le rodea a la adicción desde su juventud temprana. Su vida fue deteriorándose hasta que se sintió tirada en la calle, de allí a un albergue de noche y la oportunidad de comenzar un proceso de reconstrucción de su persona. Me cuenta y analiza lo que está siendo este caminar nuevo, las dificultades de comenzar de nuevo, de rehacerse. Ella siente que no es nada y no tiene a nadie, que ha tirado su vida por la borda, no culpa a nadie, pero no ve cómo podrá ser su horizonte.
Comenzamos una conversación tranquila, es fácil hablar y su escucha es total. Ella se va expresando con gran soltura. Convenimos en que se puede tener a ella misma, que hasta ahora no se tenía y que, desde este proceso, estaba recobrando su nombre, sus emociones, su mirada de la realidad. Hablamos de cómo comenzar nuevas relaciones, trabajar habilidades, saber ser autónoma, etc. Lo que está haciendo en el proceso terapéutico del centro ayudada por grandes profesionales vocacionadas. También se siente respetada y valorada por otros compañeros usuarios del centro. Vemos la posibilidad de que pueda acudir algunas horas a un taller de costura que ha inaugurado una pareja que estuvo en el centro. Se trata de estar allí y comenzar a relacionarse e ir aprendiendo algo manual. Se despidió con un abrazo largo y profundo. Me manifestó que estaba muy contenta de haber venido, que le había costado decidirlo. Otros compañeros me hablaron de cómo llegó de pacificada y feliz al centro.
Hoy recibo una foto del taller de costura, comenzó a hacer alguna cosa fácil, pero hoy ya estaba aprendiendo a coser en una máquina. Yo me acuerdo de este evangelio, llego sorda y muda, para ella misma, para la sociedad, para la iglesia, hoy escucha y habla con soltura, desde ella misma, desde su corazón abierto.
Escucha y comunicación
He oído el grito y el dolor de mi pueblo y voy a bajar a liberarlo, lo propio de Dios en la historia es una escucha atenta y continua al acontecer de lo diario en la vida la comunidad de Israel. Nada le es ajeno y se deja afectar, moviéndose a decir palabras de ánimo y sanación, a veces revestidas de interpelación y denuncia buscando la sanación del mal que está de fondo.
En el devenir de la historia vemos cómo ese modo de escuchar y de hablar lo va pasando por su espíritu a los jueces y a los profetas de Israel. La distinción de los verdadero y falso elegidos de Yahvé va a venir por estas cualidades estructurales de la misión: escuchar para hablar desde el corazón de Dios. Dejarse afectar por lo que ocurre al pueblo y darles un mensaje de conversión y esperanza según el sentir divino.
En Cristo, por el misterio de la encarnación y el silencio de la vida oculta, descubrimos a un mesías que se adentra en el ser de lo humano, en lo profundo de su interior para abrirle a la palabra del reino y de la bienaventuranza. Escucha al Padre, lo contempla y recibe su Espíritu, el que viene de cielos abiertos, para poder él abrir el corazón cerrado de los rotos y perdidos, de los sordos del mundo, y llamarlos al amor de Dios que los busca y les habla con ternura y misericordia. Cura la sordera con el dedo de Dios, con las palabras de amor gratuito que rompen los muros de la negación de la propia vida. El hombre de hoy necesita este dedo divino que se adentre en su interioridad para poder llegar a escuchar y el sentir la brisa de lo auténtico, de lo verdadero, del amor. El dedo que sana y abre a la escucha es el de la humanidad con los sentimientos de Cristo.
El lenguaje de los que se han encontrado con Cristo está enraizado en la recepción de su propia saliva. Jesús tiene como alimento hacer la voluntad del Padre, a quien mira para ver cómo le habla y cómo actúa, descubriendo que su palabra y su hacer son una misma cosa. Él se entiende a sí mismo como palabra del Padre, por eso quien lo escucha a él escucha también a quien le inspira y sostiene. Del mismo modo él nos da su saliva de hijo querido para que nuestro lenguaje se diga en el mismo idioma de perdón, libertad y amor.
La Iglesia hoy y siempre está llamada a ser sacramento de Cristo, escuchándole a él, para abrir los corazones de los que están encerrados y quieren salir a la luz. Su palabra habrá de ser también creíble y liberadora que invite a la claridad en la comunión. Escuchar y hablar desde y con Cristo es el reto de la iglesia, sabedora que el mayor pecado en el que puede caer es encerrase en su propia sordera y callarse la palabra de vida que le ha sido dada.