Aplícate el cuento
Cuando enviudó se encontró sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos.
Esperaba que su hijo, brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió por primera vez en su vida pedirle un favor.
Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia.
- Hola papá!
- Que milagro que vienes por aquí!
- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además estoy cansado y viejo.
- Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa.
- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con vosotros? - ¡Me siento tan solo!
-¿Quedarte a vivir aquí?, si..... claro...... pero no se si estarías a gusto, la casa es pequeña, mi esposa es muy especial..... y luego los niños....
- Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí, alguien me tendera la mano.
- No padre no es eso, solo que.... no se me ocurre donde podrías dormir.
No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían.... . Quizás podrías dormir en el patio...
- Dormir en el patio está bien.
El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de 12 años.
- Dime papá.
- Mira tu abuelo se quedara a vivir con nosotros. Tráele una cobija para que se tape en la noche.
- Si papá, .... Y ¿donde va a dormir?
- En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa.
- Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos.