Ayudar a curar desde las propias heridas

“El Sanador Herido” es el título de una pequeña pero muy profunda obra de Henri J. M. Nouwen, que me atrevo a recomendar. En ella se nos nuestra cómo asumir la cercanía a los otros desde nuestra propia debilidad y dolor.

Hoy día se señala con insistencia la necesidad de la compañía personal en los más diversos ámbitos. Personal, profesional, familiar….
¿Se puede ayudar a crecer a otros desde una realidad personal que puede ser dolorosa o de debilidad?
¡Sí!. De hecho el conocimiento profundo de nuestro propio dolor permite convertir nuestra debilidad en fuerza. Y ofrecer la propia experiencia como fuente de curación para los que están perdidos en la oscuridad de su propio sufrimiento incomprendido.
Hacer de las propias heridas una fuente de curación no es una llamada a compartir los dolores personales superficiales, sino un constante deseo de ver el sufrimiento de uno mismo como surgiendo del fondo de la condición humana que todos compartimos.
La retirada del hombre hacia su interior es un proceso doloroso y que nos llena de sentido de soledad, porque nos fuerza a enfrentarnos directamente a nuestra propia condición en toda su belleza, tanto como en toda su miseria.
Cuando no nos asusta entrar en nuestro propio centro, introducirnos hacia la agitación de lo más intimo de nuestra alma, llegamos a descubrir que estar vivo significa ser amado.
Esta realidad la conoce y la vive todo aquel que tiene que acompañar la búsqueda de otro.
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