Ayudar a otro está bien, pero facilitar que pueda ayudarse a sí mismo está mejor

En cualquier lugar del mundo y a cualquier nivel social hay personas con discapacidad. El contexto socioeconómico en el que esas personas se desenvuelven y los apoyos gubernamentales existentes en favor del bienestar de sus ciudadanos son los que hacen que el impacto y las consecuencias de la discapacidad sean muy variados.


Las políticas relacionadas con la discapacidad han evolucionado desde la marginación de las personas afectadas a la prestación a las mismas de las atenciones requeridas y la creación de instituciones orientadas a facilitar su integración social.

Hablar de integración social quiere decir aceptar que las personas con discapacidad no necesitan estar separadas o protegidas. Significa que si son capaces de desarrollar sus capacidades en el trabajo y en la vida diaria en las mismas instituciones que los demás hay que poner los medios para que lo hagan.

¿Cuál es el estado actual de la cuestión?

En torno a la discapacidad hay, sin duda, luces y sombras. Mirando hacia atrás hay argumentos tanto para quienes sostienen que el esfuerzo se está haciendo y que se ha avanzado sustancialmente como para quienes creen que el ritmo es demasiado lento y que se necesita un apoyo mucho más decidido y con más recursos.

También es cierto que la problemática que rodea al amplio colectivo de las personas con discapacidad es muy variada. Así, por ejemplo, la integración de personas con discapacidad intelectual es mucho menor que la de personas con discapacidad física o sensorial.

Mirando al futuro queda, sin duda, un largo camino que recorrer para lograr la plena integración social de los afectados. Tienen derecho a ello y a exigir que llegue ¡ya!

¿Cual es el gran reto de una sociedad madura, responsable, justa y solidaria en relación con las personas con discapacidad?: brindarles cuanto necesiten para que puedan hacer valer todas sus cualidades; para que se integren plenamente en la sociedad y a todos los niveles.

Un aspecto clave para poder avanzar es alcanzar una conciencia colectiva de lo que es y supone la situación de las personas con discapacidad y combatir el miedo a lo diferente.

La información es fundamental. Para combatir falsos tópicos; para eliminar prejuicios; para evitar que la ley del péndulo nos lleve, equivocadamente, de la ignorancia y el desinterés a la sobreprotección; para comprender que mejor que ayudar es facilitar y propiciar que cualquier persona con discapacidad se ayude a sí misma y sea lo más autónoma posible.
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