Balance de 71 años de la aprobación de los derechos humanos
En el lado debemos destacar que las empresas son consideradas como un actor más en la gobernanza mundial; que a las empresas se les atribuyen responsabilidades que van más allá del beneficio económico; que se ven cada vez más presionadas a tener en cuenta el impacto de su actividad; que sus grupos de interés le presionan para identificar y corregir los impactos negativos de sus actividades en los DDHH.
Ocurre, además, que muchos Estados han elaborado leyes para proteger a sus ciudadanos de abusos por parte del sector privado. Y en aquellos otros Estados en los que la legislación local es demasiado laxa (sureste asiático, por ejemplo) los consumidores occidentales reclaman un mayor respeto a los DDHH en las condiciones de fabricación de los productos importados de esas zonas.
En el lado negativo debemos destacar que queda un largo camino de mejoras por recorrer; que se debe alcanzar una mayor coherencia de los organismos financieros internacionales respecto a sus mandatos de reducción de la pobreza y que las políticas públicas tienen que predicar con el ejemplo.
Incide en esa lectura negativa el desprestigio que rodea a muchas empresas; la desconfianza ante las mismas; el listón de exigencia tan bajo en torno al comportamiento ético.
Para avanzar hacia una sociedad madura y responsable se precisa que tanto las instituciones privadas como las públicas actúen con transparencia y control. Se ganen la confianza de todos los grupos de interés afectados por sus actividades.
La clave está en el papel que debe desempeñar una ciudadanía responsable, crítica y exigente. Para ello la educación es un pilar fundamental.