Educar para ayudar a buscar la verdad
Sócrates nos enseñó que la educación más que llenar la mente de contenidos lo que debe hacer es encender la chispa para buscar la verdad y amarla.
Esa misma idea la desarrolló Benedicto XVI en su visita a Gran Bretaña (septiembre de 2010): “La tarea de un maestro no es sencillamente comunicar información o proporcionar capacitación en unas habilidades orientadas al beneficio económico de la sociedad; la educación no es y nunca debe considerarse como algo meramente utilitario. Se trata de la formación de la persona humana, preparándola para vivir en plenitud. En una palabra, se trata de impartir sabiduría. Y la verdadera sabiduría es inseparable del conocimiento del Creador”.
Educar tiene que ver, también, con humanizar, como dijo Paulo Freire. Tiene que ver con hacer crecer a las personas en sabiduría y bondad; con ayudarles a posicionarse ante los demás de manera sana y efectiva; con enseñar a los hijos el respeto, la valoración por las personas y el auto-conocimiento.
Educar en valores no es un asunto baladí ni tangencial. Porque son los pilares esenciales para ayudar a nuestros hijos a tener una vida equilibrada; a vivir en paz consigo mismo y con los que les rodean; a tener una convivencia social armónica.
No centres la educación de tu hijo únicamente en su preparación profesional y el éxito social. Enséñale a afrontar los desafíos internos y no solo los externos. A sentirse en paz consigo mismo y con los demás. A valorar y saber perseguir una felicidad verdadera y perdurable que tiene mucho más que ver con lo que se es que con lo que se tiene.