Interrogantes en torno a la salida de la cárcel de una etarra

En los últimos días la salida de la cárcel de una etarra ha generado un gran revuelo en las redes sociales. Y me parece un asunto que merece una reflexión en clave creyente.

“Asumo completamente mi actividad delictiva, rechazo completamente la misma y pido perdón de corazón a todas las víctimas y familiares de esa actividad delictiva que asumo y de la que me arrepiento completamente….. y mi total y absoluta disposición a contribuir en lo posible en la reparación del daño causado, así como en afincar las bases de una nueva convivencia en paz y reconciliación, desde el mayor respeto a las víctimas”.

Son declaraciones de Idoia López Riaño, muy conocida como “la Tigresa”.

Si me retas a que me ponga en la piel de la madre o la viuda de las víctimas brutalmente asesinadas te reconozco que no es fácil hacerlo. Pero sí te digo que estoy convencido de que el rencor permanente al autor del delito ni sirve para homenajear a las víctimas ni para dar sentido a las vidas de sus familiares.

Idoia no ha estado en la cárcel un año ni dos sino veinte. Lo que hizo fue muy grave. Fue TERRIBLE. Pero ¿quieres para ella la pena de muerte o la cadena perpetua?

Cuando no hay riesgo de reincidir y sí deseo de reinserción ¿está justificada la cadena perpetua?

¿Podemos como cristianos no reconocer su arrepentimiento?

¿Podemos negarle el perdón?

¿Podemos cerrarle la puerta a su deseo de reinserción y de colaborar en sentar las bases para una nueva convivencia en paz y reconciliación, desde el mayor respeto a las víctimas?.

Yo creo que NO.

Desde la lectura creyente de la realidad quiero cultivar la rosa blanca del perdón. Y rezo para que este caso contribuya a sembrar paz y reconciliación en lugar de odio y rencor.
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