¡Pobres cristianos de Belén!
Familias cristianas y religiosos católicos habían presentado demandas para evitar la construcción de una parte del muro que separa Israel y Palestina. Y el Tribunal Supremo de Israel ha rechazado dichas peticiones.
El rechazo de la petición ha debilitado la confianza en la justicia, y motivará a algunas personas a vender sus propiedades y a marcharse». Lo ha dicho el Obispo auxiliar William Shomali, que es el responsable de los territorios palestinos en el Patriarcado Latino de Jerusalén.
La gente está muy frustrada y abatida. La promesa de permitir a los propietarios el acceso ilimitado a sus tierras no es suficiente. Significa que los propietarios pueden utilizar las tierras para cultivar frutas y aceitunas; pero no pueden construir una casa allí. E incluso en un futuro se les podría denegar el acceso. En definitiva, el territorio que se encontrará detrás del muro formará parte de Jerusalén, y para dirigirse allí hace falta un permiso, que puede ser denegado», ha dicho el Obispo en una entrevista a la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada.
El Tribunal Supremo de Israel decidió que el ejército puede construir sobre territorio palestino. De este modo, más tarde o temprano, 58 familias cristianas perderán sus terrenos por la construcción del muro, o solo tendrán un acceso restringido a ellos.
Para fijar la ruta prevista, Israel aduce motivos de seguridad y defensa contra el terrorismo y habla de unas medidas temporalmente limitadas. Sin embargo, los palestinos ven en el trayecto del muro, en realidad, una especie de robo de tierras organizado por el Estado y hablan de un «muro de anexión». De hecho, la barrera que se extiende a lo largo de 700 kilómetros entre Israel y los territorios palestinos ha sido alzada, en aproximadamente un 80 por ciento, sobre terrenos palestinos y no en la línea divisoria israelí.
«Es muy difícil para nosotros, una catástrofe», dice una maestra de Beit Jala. «Las tierras nos pertenecen desde hace generaciones. No se trata solo de los frutales que cultivamos, sino de nuestra historia, de nuestras relaciones con la patria que nos quitan». Los jóvenes de Beit Jala piensen en emigrar. Pero, «¿a dónde vamos a ir? Esta es nuestra patria». En cualquier otro sitio seremos extranjeros.