Rasgos del buen profesional y profesional bueno

El buen profesional y profesional bueno no es un ingenuo ni un tonto. Es un hombre/mujer que tiene los pies en la tierra y los tiene asentados con dignidad.

Sabe que las circunstancias pueden ser difíciles y los obstáculos numerosos. Pero no anda siempre a la defensiva, desconfiando de todo y de todos.

No necesita airear sus fortalezas ni venderse, porque sus hechos hablan por sí solos. Persigue los objetivos. Se implica para alcanzarlos. Y se preocupa y ocupa de no dejar víctimas en el camino.

Practica la humildad sincera, seguro de lo que hace y de cómo lo hace. Y esa humildad le ennoblece y le resalta aún más.

Ruega a Dios como Ghandi: “Si me das fortuna, no me quites la razón. Si me das éxito, no me quites la humildad. Si me das humildad, no me quites la dignidad”.

En el Frankenstein de Mary Shelley los hombres son felices cuando encuentran otras gentes con quienes compartir la vida y perseguir metas que merezcan la pena. E infelices cuando, aun teniendo todas las perfecciones imaginables, se quedan solos y aislados de todos los demás.

El buen profesional y profesional bueno sabe hacer camino con otros. Con caminantes que no son compañeros de viaje circunstanciales sino personas con las que teje una relación de confianza recíproca.

A Victor, en su primer cumpleaños como hijo político, le deseo, de todo corazón, que afronte con ilusión y valentía el reto de ser un buen profesional y un profesional bueno.
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