Testimonio del Obispo y su rosario

Comparto contigo el testimonio de un obispo clandestino que ha pasado por campos de trabajo en condiciones infrahumana; que durante años no ha podido ejercer. Pero aun así jamás se planteó abandonar a Jesús.

En la discreta plaza de una ciudad china, un humilde anciano parece estar murmurando unas palabras. En realidad ese anciano, es un obispo clandestino. En China muchos miembros de la Iglesia deben permanecer ocultos al Régimen por seguridad. Las palabras que recitan no son unos versos cualquiera sino el Santo Rosario.

Durante años, no pudo ejercer su trabajo pastoral como sacerdote. Más tarde, fue condenado a un campo de trabajo, donde sobrevivió a unas condiciones inhumanas. Pero aún así “la reforma a través del trabajo” no doblegó su fe ni su fidelidad a Cristo.

Hoy más de 40 sacerdotes, otras tantas religiosas y varios seminaristas dan continuidad a su labor, que tal como él dice “es obra de Dios y no de los hombres”.

Este es su mensaje:

“Somos una Iglesia. La Iglesia en China es fruto de la oración de toda la Iglesia. Nosotros no hacemos nada. Dios lo hace todo. Necesitamos de vuestra oración.
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