Cuando un amigo se va

Considero que todas las personas estamos necesitadas de tener arraigo, de tener raíces, de sentirnos vinculados a algo y a alguien que dé sentido a nuestra existencia. Porque quien no tiene arraigo no tiene identidad y anda por la vida como perro perdido sin collar.

Con tu marcha, Javier, las raíces que me ligan a la tierra que me vio nacer se han resentido profundamente. Porque tu marcha no me deja indiferente.

¡Qué distintas eran nuestras concepciones de la vida! Y, sin embargo, ¡cuánto respeto me inspira, Javier, la que tú tenías! Porque estoy convencido de que albergabas un gran CORAZÓN. Así, ¡con mayúsculas!

¿Te acuerdas de aquel que tan mal hecho estaba y lo bien que le quedaba el traje que llevaba puesto? ¡Claro que me acuerdo, Javier!. Y me acordaré, incluso si algún día el alzheimer hace presa en mí.

Fuiste un talento desaprovechado. Tenías una base sobrada para haber triunfado en el espectáculo del humor. Pero….!No importa!

Los que disfrutamos de ese talento tuyo somos unos privilegiados. Y tenemos motivos para decir, con inspiración machadiana, “Javier, conmigo vas, mi corazón te lleva”.

Rezo, como creyente, porque la paz te acompañe.
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