No es un año más

Decir que en nuestra vida hay un antes y un después tras lo ocurrido no es ninguna exageración. ¡Cómo ha trastocado nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestras prioridades y hasta nuestro sentido de la vida!

Antes de la llegada de nuestra nieta temí que ella hiciera pasar las hojas de nuestro calendario a un ritmo vertiginoso. Que la palabra “abuelo” nos achicara, nos envejeciera y nos trasladara al otoño de la vida.

No sé. Quizás el otoño esté llegando. Pero ¡bendito otoño!

Querida Pilar: Me casé con tu abuela dos veces. La primera como jóvenes apasionados. La segunda, 25 años después, como mayores maduros. Fueron momentos importantes, como lo han sido el nacimiento de tu tía y tu madre y la familia que con ellas hemos forjado.

En nuestra vida como pareja ha habido algunas sombras y muchas luces. Pero nunca, ¡NUNCA! he visto sonreír a tu abuela como lo hace contigo.

Hoy celebramos 31 años de casados, pero no es un año más. El último año ha sido muy especial. Doy gracias a Dios por tu bendita llegada. Y rezo para que sigas siendo la bendición que revitaliza la alegría de tu abuela.
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