El bien común: qué es y cómo se gestiona

Tener cosas es necesario para llevar una vida digna. Pero ¿Cuánto? ¿Con qué limites? ¿A costa de qué? El papa Francisco ha dicho: "si yo tengo lo que tengo, debo administrarlo bien, por el bien común y con generosidad".

¿Qué significa tener en cuenta el bien común?

En nuestro mundo Occidental (el industrializado, el rico, el de los “bien estantes”) hemos asociado la idea de “progreso” a la identificación del consumo con el bienestar, al margen de consideraciones éticas. Se trata de un modelo “desarrollista” caracterizado por producir más, consumir más y aceptar que más es siempre mejor.

Pero la verdad es que el progreso es ambiguo, tiene sus limitaciones y esta cargado de contradicciones.

Una mirada al pasado nos muestra que aquel progreso que iba a ser la salvación mundial no es tan mundial. Que la sociedad mas justa con la que soñábamos ha derivado en una sociedad más dividida y más desigual. Que las diferencias sociales se han agudizado.

Tener en cuenta el bien común requiere otro modelo de desarrollo, diferente al imperante hasta ahora. Un desarrollo sostenible que hace un uso menos intensivo de los recursos; que redefine los criterios de utilización de los mismos y que procura se pueda acceder a ellos en condiciones de equidad.

Detrás de esa preocupación por la ecología y el desarrollo sostenible, que ha mostrado el Papa Francisco, hay, también, un planteamiento ético muy profundo. Porque el bienestar moral del mundo no puede garantizarse solamente a través de las estructuras sociales sino que se precisa, también, el ejercicio ético de cada persona. Una ética que interpela a mi responsabilidad social como ciudadano, como consumidor, como empleado, como administrado. Y ¿por qué no como creyente?
Volver arriba