El cuidado de las personas mayores
Tradicionalmente, la familia ha sido la encargada de atender y de cuidar a los abuelos, a los suegros o a algún pariente de edad avanzada. Actualmente cada vez hay más casos en los que ese modelo se ha resquebrajado.
Cuidar a una persona mayor no es una tarea fácil, aunque lo hagamos con cariño. Mucho más si el grado de dependencia de ésta es grande. Requiere de un gran esfuerzo personal y emocional y, en ocasiones, hasta de cambios de vida. Puede convertirse en una carga que lleve a rencillas familiares y problemas personales.
Las administraciones públicas, a través de sus servicios sociales, y algunas entidades privadas ofrecen a las familias diversos tipos de apoyo como la ayuda domiciliaria, la teleasistencia o los centros de día.
Otra opción es contratar a un cuidador que, por horas o a jornada completa, nos libere de la tarea. De hecho cada vez se recurre más a personas ajenas al hogar que se encarguen del cuidado y atención de la persona mayor.
Elegir al cuidador no es nada fácil. De sus capacidades y de su empatía con nuestro familiar dependerá una buena parte su felicidad y bienestar. ¿Cómo elegir a la persona ideal?
Los especialistas destacan como cualidades requeridas a un cuidador: vocación, formación, empatía, positivo, cariñoso, motivador.
Es importante que la familia supervise el trabajo del cuidador; que le exija el cumplimiento de sus funciones; que haga equipo con él; que le trasmita el cariño que se quiere que como cuidador transmita a la persona cuidada.