Concibo la vida como un viaje. Un viaje en el que sé lo que quiero y hacia donde ir para conseguirlo. Pero el camino no está predeterminado sino que se conforma y cobra vida propia según avanzo por él.
Soy yo quien le da forma y debo reconocer, por ello, que
lo importante es el camino y lo que aprenda mientras lo recorra.
Es la reflexión que me suscita Cavafis en su “
Viaje a Itaca”:
Cuando emprendas tu viaje a Itaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, porque seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues a puertos nunca vistos antes.
Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino.
Ese es el camino al que aspiro y que me autoregalo en mi 63 cumpleaños