Hay países pobres que pagan las consecuencias de la buena vida de otros
Mongolia es un país extremadamente pobre donde el 20% de sus 3 millones de habitantes vive con 1,25 dólares al día y el 30% sufre malnutrición. En los últimos años ha experimentado profundos cambios climáticos y sociales: los inviernos cada vez son más largos y las precipitaciones y las nevadas han aumentado considerablemente. El resultado es que miles de familias dedicadas al pastoreo se han visto obligadas a migrar hacia la capital porque, bajo temperaturas que alcanzan los 50 grados bajo cero, sus animales mueren de frío.
Asia meridional y Asia oriental son consideradas áreas muy vulnerables a la migración forzosa debido a las predicciones de elevación del nivel del mar y a las densas capas de población que viven en zonas bajas.
Varios millones de personas se encuentran también en situación vulnerable en África, especialmente en la zona del Delta del Nilo y a lo largo de la costa occidental del continente. La disminución de las precipitaciones podría afectar al rendimiento de los cultivos, lo que aumentaría la malnutrición en una región que ya sufre los severos efectos del hambre.
Bahamas, Kiribati, Maldivas y las Islas Marshall están apenas tres o cuatro metros sobre el nivel del mar. Para el año 2080 los habitantes de estas islas estarán expuestos a un riesgo 80 veces mayor de lo que habría sido si la industrialización no hubiera provocado el calentamiento global.
Esta situación afectará al desarrollo humanitario en al menos cuatro dimensiones: desbordamiento de las ciudades y de los servicios urbanos, erosión del crecimiento económico, aumento de la inestabilidad política y de los conflictos étnicos y deterioro de las políticas de salud y el bienestar social.
Lo anterior afectará muy negativamente a algunos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Desde la Comisión Mundial de las Migraciones de Naciones Unidas subrayan que «la política interna de cada país es una variable fundamental para reducir los riesgos» que conlleva el cambio climático para las poblaciones. Sin embargo, parece utópico pensar que países devorados por la pobreza, en los que el reto principal es la supervivencia diaria vayan a llevar a cabo planificaciones ordenadas para mitigar estos efectos o para organizar una migración forzosa a gran escala.