El 10% de los terroristas son mujeres y es una cifra que va en aumento.

Son datos aportados por el Real Instituto Elcano de Madrid, que es una institución especializada en el estudio de los fenómenos y de las relaciones internacionales.

Así pues el cliché de la mujer sumisa sin un papel dentro del Islam tiene una brecha importante en la percepción de la realidad. Y se está produciendo, de hecho, un cambio importante en la feminización de la yihad.

Hay una razón puramente organizativa y militar: con la pérdida de tierras por parte del Califato en Siria e Irak, y con el número de muertes entre los hombres, las mujeres pueden convertirse en una fuente de reclutamiento muy importante. Por tanto, su papel está cambiando. De ser un objeto de placer para los hombres o dedicarse a la simple gestión del hogar o la retaguardia, con el tiempo la sección yihadista femenina también ha comenzado a participar activamente en la comisión de atentados y ataques de diversa índole.

Por otro lado no hay que subestimar la importancia de la educación occidental que muchas mujeres recibieron. De hecho, la mayoría de las chicas que llegan a Siria e Irak provienen de los países occidentales, en particular de Europa, donde han podido recibir una educación en muchos casos mucho más profunda que el promedio de las mujeres de los países árabes.

Muchas de esa mujeres llegadas de Europa encuentran en el Califato una posibilidad de redención social con respecto a las periferias sociales de Europa. Y ven en el Califato la respuesta al ideal de sentirse parte de algo más grande que las frustraciones diarias.

La situación es compleja y difícil de abordar. La educación tiene un papel muy importante a desempeñar. Y las políticas sociales europeas tienen que orientarse a integrar a los emigrantes y prevenir que no se despierten en ellos las frustraciones y el odio a Occidente.