¿Qué pasa si pierdes?
Lo dice Santiago Álvarez de Mon, en su libro “Aprendiendo a perder”. Un libro muy interesante del que destaco algunas ideas que creo destacables:
“La aceptación tranquila, serena, humilde y consciente de esa realidad irrefutable, del acto humano de perder, es la única plataforma válida para desafiar los límites y ganar partidos ‘imposibles”.
“Sólo los partidos que se pueden perder merece la pena jugarlos. Las cosas salen muy bien cuando podrían haber salido muy mal. La tibieza es el problema. Y sólo aceptando la pérdida como opción, se puede ganar.”
“Si ganar es una motivación legítima, natural e inocente, si alcanzar nuestra cima es el objetivo loable y admirable que perseguimos los fallos y los tropiezos del camino han de ser incluidos en nuestro álgebra personal”.
“Si la utilidad es el criterio principal de decisión, si la pasión y el gusto no tienen nada que decir en nuestras opciones profesionales, lo mejor es que cada uno se quedara en penumbra, nostálgico de lo que podía haber sido”.
“Para ser humilde, ganar no puede ser una obsesión”
“Si no se es humilde, la realidad nos inunda y la vida se rompe”.
Recomienda que el verbo VIVIR, supla a su familiar, traicionero y reduccionista competir. Porque la vida es más que un torneo y que una confrontación.
“Somos tan tontos que nos preocupamos y perdemos la paz por cuestiones superfluas, y descuidamos imprudentemente relaciones, conversaciones, planes y tiempo donde suele acampar la felicidad.”
Por último: “ganar, perder, ¡quién sabe!, caminar es lo que importa. Y a lo largo del trayecto, despertar, respirar, pensar, sentir, conversar, aprender, cooperar, meditar, fluir, sentir, amar. Son los verbos preferidos de una vida buena.